Viaje al gigante asiático

Yellen denuncia que la sobrecapacidad china pone el peligro la economía global

La secretaria del Tesoro de EEUU denuncia que China inunda el mundo con productos como vehículos eléctricos o paneles solares a precios bajísimos gracias a las subvenciones estatales

El viceprimer ministro chino, He Lifeng, estrecha la mano de la secretaria del Tesoro de EEUU, Janet Yellen.

El viceprimer ministro chino, He Lifeng, estrecha la mano de la secretaria del Tesoro de EEUU, Janet Yellen. / EFE

Adrián Foncillas

Está en China la secretaria del Tesoro, Janet Yellen, otra vez para enfriar la temperatura de las tensiones comerciales cuando rozan la ebullición. En su segunda visita en un año planteará y escuchará las mismas retahílas de lamentos porque poco ha cambiado ni puede cambiar. Alivia, sin embargo, que ambas partes perseveren con diálogo en el espíritu de San Francisco, donde ambos presidentes sentaron en noviembre unas mínimas bases para la concordia.

Guangzhou, la antigua Cantón, es la primera etapa de un viaje de cuatro días. No es casual. Hasta la provincia más manufacturera china bajó tres décadas atrás Deng Xiaoping, arquitecto de las reformas, para reimpulsar el giro aperturista con más énfasis en el mercado, cuando Tiananmén y otros asuntos habían aminorado el ímpetu inicial. A aquel mítico "viaje al sur" ha apelado Yellen en su discurso para pedirle a Pekín que no se desvié de lo que ahí germinó. Su súplica va a contrapelo del marxismo y el rol capital del Estado del credo económico chino actual.

La sobrecapacidad ocupa ahora el centro del discurso. Sostiene Yellen que China inunda el mundo con productos como vehículos eléctricos o paneles solares a precios bajísimos gracias a las subvenciones estatales. Y esa práctica, continúa, arrasa al empresariado local. "El apoyo gubernamental directo e indirecto está generando actualmente una capacidad de producción que excede significativamente la demanda interna de China, así como lo que el mercado global puede soportar", describió en la Cámara de Comercio de Estados Unidos de Guangzhou. No beneficia al mundo ni a China, sentenció. La respuesta china es conocida. Esa pérfida "sobrecapacidad" que excede la demanda interna es lo que toda la vida se ha llamado "exportación" y han hecho las potencias occidentales en el resto del mundo durante siglos. Lamentarse ahora, aclaraba la prensa local esta semana, es de cínicos.

Posibles nuevos aranceles

La insistencia de Washington en la sobrecapacidad parece la antesala de más aranceles. Preguntada al respecto, Yellen negó que estén planeados pero tampoco los descartó. Sería una sorpresa que en año electoral, cuando los candidatos rivalizan en zurrarle a China, no se aprueben nuevos paquetes. Donald Trump ha anunciado que si gana gravará a los productos chinos con el 60% y de Joe Biden se esperan promesas parecidas. Una de las misiones más complicadas de Yellen es convencer a los chinos de que Washington no busca hundir su industria ni embridar su auge sino proteger la seguridad nacional propia.

Yellen también denunciado las barreras chinas a los actores extranjeros, una queja que comparten los empresarios europeos. Lo ha hecho con un tono sosegado porque es lo más parecido a un amigo que tiene China en Washington y en el rol de papeles ejerce de "poli bueno". Es pragmática, globalista y siempre se opuso al desacople económico que reclamaban los más inflamados de su Gobierno. En sus primeras horas en China ha subrayado la cooperación en cuestiones como el lavado de dinero y la lucha contra el cambio climático y prometido que se esforzará en crear "canales de comunicación resilientes". "La relación económica bilateral entre Estados Unidos y China se encuentra entre las más importantes del mundo. Gestionarla responsablemente es fundamental", ha explicado.

Yellen se ha reunido este viernes con He Lifeng, el zar económico chino, quien ha tenido unas palabras muy conciliatorias con su huésped. Este sábado volará a Pekín, donde se verá con Li Qiang, primer ministro, Pan Gongsheng, gobernador del Banco Central, y Lang Foan, ministro de Finanzas. En las próximas semanas se espera la llegada del secretario de Estado, Antony Blinken, en lo que parece una reedición de la romería de capitostes de la Casa Blanca a Pekín del pasado año.