Espacios para cultivar convivencia
Alicante cuenta con una treintena de recintos integrados en la Red de Huertos Urbanos en los que, más allá de una mayor o menor producción de frutas u hortalizas, se generan una concienciación medio ambiental y actividades vecinales
Están convencidos de que la agricultura urbana conlleva innumerables efectos positivos que revierten sobre los ciudadanos y el entorno. Aumento de zonas verdes y sus positivos efectos medioambientales, recuperación de espacios en muchos casos abandonados, fomento del reciclaje y la conciencia ambiental, creación de vínculos sociales basados en compartir, en la ayuda mutua y en la cooperación, en fomentar el asamblearismo y la toma de decisiones grupales... Tienen claro que en los huertos urbanos se generan algunas de las herramientas imprescindibles para un cambio de modelo social y ambiental que esta despertando cada vez con más fuerza. Hablamos de los promotores y responsables de la Red de Huertos Urbanos de Alicante, un proyecto que surge desde la asociación GRAMA (Grup de Recerca Agrícola Metropolitana d’Alacant), que pretende ser un herramienta útil para fomentar y consolidar las manifestaciones agrícolas dentro de las ciudades.
Vicent Oncina Climent es uno de los dos ingenieros técnicos agrícolas alicantinos que está detrás de este proyecto, vinculado a la divulgación de la agricultura ecológica y la educación ambiental y participante en diversos proyectos sociales. Los huertos urbanos son espacios dentro de la ciudad dedicados a la agricultura. «Estos pueden ser de muy diversa índole en función de su titularidad, tamaño o tipo de gestión, y en todos ellos se cultivan frutas y hortalizas de una forma más o menos intensa», explica Oncina.
Sus objetivos son múltiples y diferentes según el tipo de huerto urbano. Los hay educativos o terapéuticos, ligados a un centro escolar, ong o centro comunitario municipal, que cuentan con una función pedagógica o social. O comunitarios, donde lo que se cultiva es más «la autonomía vecinal y el desarrollo comunitario ligado a la programación de actividades y la reivindicación en el barrio que las lechugas o los tomates», destaca Vicent Oncina.
En la ciudad de Alicante hay más de una treintena. La mayoría comenzaron a funcionar a partir de 2010, aunque los hay anteriores y algunos han desaparecido. «A parte de estos huertos colectivos, no debemos olvidarnos de los huertos que mucha gente tiene en sus balcones y terrazas, eso es mucho más difícil de identificar y cuantificar, pero sabemos que hay muchos», detalla Oncina.
El número de personas que participan en un huerto urbano depende de su dimensión y la forma de gestión que tenga. Los huertos urbanos gestionados con un régimen de cesión parcelaria, en el que cada agricultor tiene cedida una porción del terreno por un tiempo determinado, suelen aglutinar a más gente, siempre dependiendo del número de parcelas que haya en el huerto. No obstante, hay huertos comunitarios en los que los mismos bancales son compartidos por todos los usuarios, en los que, debido a su intensa actividad social, las asambleas son muy nutridas y más participantes que espacio disponible. «En general, podríamos decir que el número de personas que participa en los huertos urbanos de Alicante que conocemos puede oscilar entre 5-6 personas, los más pequeños, hasta una veintena en los más grandes», aclara Oncina.
El tipo de usuario es muy variado. Hay mucha gente mayor, jubilada, que tiene más tiempo, pero también hay familias enteras, gente joven y niños en el caso de los educativos y escolares. No hay un perfil único y varía según el tipo de huerto.
Las personas que participan encuentran, sobre todo, relaciones sociales, un contacto con sus vecinos mediado por una afición común, el placer de cultivar y obtener sus propios alimentos, y no sólo por conflictos relativos a la convivencia en el barrio. Para Vicent oncina «paradójicamente, al final, los huertos urbanos acaban siendo más una herramienta de intervención y resolución de problemáticas en los barrios que un terreno agrícola productivo. Tienen mucho más potencial de lo primero que de lo segundo».
Sobre el apoyo del Ayuntamiento a este tipo de iniciativas, Oncina cuenta que «estaba paralizado, aunque recientemente se ha reactivado y se han contratado técnicos que están retomando todo. Pero no destaca este Ayuntamiento por fomentar la agricultura urbana. De hecho, Alicante es la única ciudad que no tiene huertos municipales de referencia, cuando en casi todos los municipios del resto de la comarca como Sant Joan, El Campello, Mutxamel o San Vicente, sí que existen».
Pero si algo tienen este tipo de instalaciones es sobre todo mucho futuro. Las ciudades se están repensando, hay muchos retos ambientales y sociales en un futuro próximo y la agricultura urbana tiene mucho que decir.
Por último, Vicent Oncina explica que, a nivel personal, están metidos en este proyecto «porque creemos que los huertos urbanos tienen los elementos necesarios para convertirse en herramientas útiles para mejorar las ciudades. Son espacios de convivencia, de concienciación sobre el medio ambiente, de fomento de la biodiversidad, generadores de actividad cultural y que plantean una moratoria urbanística de por sí en el lugar donde se asientan». Son espacios pequeños donde repensar el gran espacio que es la ciudad.
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