Información

Información

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Leemos

Plumbito

Plumbito

Plumbito vivía en un zoo precioso. Los animales tenían mucho sitio para moverse y jugar.

Los monos se divertían buscándose las pulgas, mondando plátanos o colgándose de cuerdas y ramas. Los niños se reían y sentían admiración y envidia. ¡Qué estupendo debía de ser poder balancearse como ellos, agarrados solo con una mano, y saltar luego de una rama a otra, muy lejos por el aire como si no tuvieran peso, volando casi!

Las focas también se lo pasaban de miedo, bañándose y buceando en el gran estanque. ¡Qué elegantes parecían en el agua y qué patosas, en cambio, cuando caminaban con sus torpe pasos por la tierra!

Y, además, se podían ver en el zoo fieros tigres; perezosos leones, a los que daba gusto ver bostezar; orgullosas jirafas, con sus cabezas allá en lo alto, que no parecían interesarse por nada de su alrededor. Y rayadas cebras, que paseaban o corrían, según les viniera en gana.

Y también había elefantes. Uno de ellos era Plumbito, que, a pesar de vivir bien cuidado en un zoo tan bonito, estaba triste: no quería crecer.

Era el más pequeño de los elefantes. Los visitantes formaban corros para contemplarlo:

-¡Mirad, qué monísimo ese elefante tan chiquitín! Pero ¡qué precioso es! -decían.

Y él hacía sus gracias: saltaba, brincaba, jugueteaba con la trompa de su madre, tendida en el suelo; se subía después a su lomo, y, de allí, como desde un tobogán, se deslizaba a tierra, ¡plum!

A veces aparecía también el padre con un balón, y Plumbito corría e intentaba dar patadas a la pelota. Los niños reían y aplaudían. Plumbito se sentía feliz.

Pero un día nació un nuevo elefante en el zoo y todos iban a verlo. Claro está que también se pasaban un buen rato mirando a Plumbito.

El elefante bebé no sabía aún hacer las mismas gracias que él, pero Plumbito se daba cuenta de que, si crecía y se hacía grande, se iba a convertir en un elefante como otros muchos que se paseaban por allí y por los que nadie se intersaba.

Plumbito no quería crecer. Apenas comía y por las noches lloraba.

-¡No quiero crecer, no quiero hacerme mayor! «¡Brumm, brum, brum?!»

Y sus padres estaban preocupados.

-Todos tenemos que crecer, Plumbito -le decía su padre-. Yo también fui un elefante chiquitín como tú.

-¿De veras?

A Plumbito le costaba creer que su padre, aquel elefantón, el más grande y fuerte de todos los que andaban por el zoo, hubiese sido pequeño como él.

-Pues sí, Plumbito.

Tu madre y yo fuimos pequeños, más pequeños todavía de lo que tú eres ahora.

«¡Qué raro!», pensaba el elefantito.

Y quería seguir siendo lo que entonces era: un elefante gracioso y chiquitín.

Extraído del libro:

«Plumbito no quiere crecer»

Autora: Mercedes Neuschäfer-Carlón

Ilustrador: Pablo Echevarría

Editorial SM

Colección El Barco de Vapor (Serie Blanca)

Lo último en INF+

Compartir el artículo

stats