La Marina Alta tiene un fruto singularísimo, el Perelló, una mezcla de manzana golden y pera. Su sabor es dulce y muy especial. Se cultiva sobre todo en la Vall d'Ebo, un pueblo que estos días huele intensamente a estas manzanas. Los vecinos las empezaron a recolectar en Tots Sants. Las guardan en garajes y en la cambra (la palabra existe también en castellano, pero está en desuso). Y las calles se impregnan de un agradable aroma.

La Vall d'Ebo celebra este fin de semana su Festa i Fira del Perelló. Uno de los platos fuertes es el de los talleres gastronómicos de la cocina del Perelló. Los cocineros Evarist Miralles y Pau Llodrà demostrarán que esta manzana esconde muchísimas posibilidades culinarias. Esta fruta autóctona se hace hueco en una comarca que reivindica sus productos más genuinos.

Los vecinos de la Vall d'Ebo apuestan por el Perelló. Esta manzana aguanta meses y meses. Cuando la recolectan, los agricultores la guardan en caja, sobre las que extienden mantas. La fruta madura poco a poco y no pierde ni un ápice de sabor. Todo el proceso es natural. El Perelló es la antítesis de esas manzanas que se compran en el supermercado y que fuera de la nevera se ponen feas y se echan a perder en apenas días.

Pero los agricultores nunca pueden respirar tranquilos. No basta con que salga un año bueno. Luego están los precios y la competencia. En el caso del Perelló, la amenaza se llama bitter pit, una alteración del calcio que provoca pequeñas manchas oscuras en las manzanas, que pierden, inevitablemente, valor comercial.

Los vecinos con los que habló ayer este diario temen que los cultivos declinen por la incidencia del bitter pit. Coinciden en que el Perelló se estaba recuperando. Hace unos años se arrancaron árboles para plantar otros frutales. Pero los agricultores se convencieron de que debían hacer marca con esa manzana autóctona que nace en las montañas de la Marina Alta y que termina de agarrar sazón arropada con una manta.