Sin proponérselo, Forna, un pueblo que no llega a los cien habitantes y que está en el linde con la Safor (con Villalonga y Oliva), ha obrado el prodigio. No pasa ni un coche y, mientras, atraviesan el pueblo el equipo ciclista profesional Alpecin Deceuninck, el del campeon neerlandés Mathieu Van der Poel, un puñado de aficionados a la bicicleta y amantes de este deporte que ya tienen sus años y que se han pasado a la bici eléctrica. Y ni un coche. Eso una mañana de martes. Tranquilidad absoluta.

Forna, el pueblo bajo el castillo por el que pasan más bicis que coches

Vale que Forna está un poco a trasmano. Pero lo de caminar por en medio de la calle principal y olvidarse de los coches es del todo insólito.

Forna, el pueblo bajo el castillo por el que pasan más bicis que coches

Este pueblo y l’Atzúbia se fusionaron en 1911. Forman un solo municipio. Forna tiene 97 vecinos empadronados. Aquí vive una numerosa colonia británica. Hace años se compró en l’Atzúbia una casa la actriz Julie Christie, la Lara de Doctor Zhivago. Tras ella llegaron otros británicos que, igualmente, se enamoraron de la calma absoluta de este rincón de la Marina Alta. Estos residentes han fijado el censo y parece que aquí no hay miedo al fantasma de la despoblación.

Forna, el pueblo bajo el castillo por el que pasan más bicis que coches

Forna conserva la traza urbana de la alquería andalusí que fue. Las casas están bien conservadas. Se ha puesto de moda adornar la fachada con azulejos con los nombres de los moradores.

El edificio que sí sigue en ruinas (está rodeado por un andamio) es el de la antigua Casa Abadía. La Diputación de Alicante lo lleva rehabilitando desde hace años. Y, por una cosa u otra, las obras no se acaban. Esta construcción del siglo XVII debe acoger el centro social y cultural. Dará vida al pueblo.

Sin coches y sin humos, las calles respiran. El pueblo está rodeado de huertos de naranjos y limoneros. Llega el perfume del azahar. Además, en las calles crecen y echan flores aromáticos arbustos. El jazmín se apodera de los muretes.

Forna cuenta con un monumento excepcional, su castillo (una joya del gótico civil que ahora se rehabilitará y se reabrirá en 2026). Es un hito paisajístico. Corona un cerro. Desde allí arriba se atisba la sencilla trama urbana de este pueblo metido entre montañas. Se ven la empinada calle de la que parte el camino hacia Villalonga y el sinuoso vial que lleva a Oliva. El pueblo está bajo el castillo. La fortaleza no le quita ojo.

El otro monumento destacado es la iglesia de Sant Bernat, de apabullante sencillez. Parece que nada quiera ser más en este pueblo. El castillo está por encima de todo. Abajo, en el pueblo, todo es paz.

Los ciclistas pasan unos raudos y otros se recrean. Antes era los fines de semana cuando más frecuentaban estas carreteras. Ahora, con las bicis eléctricas, muchos jubilados han redescubierto estas rutas. Salen también entre semana.