Una gran roca que pende de un hilo en la cala del Tangó de Xàbia

Las redes de acero que ciñen el acantilado están rotas y ya no cumplen la función de frenar la erosión

El acantilado de la cala del Tangó de Xàbia y el detalle de la gran roca que cuelga sobre la orilla.

El acantilado de la cala del Tangó de Xàbia y el detalle de la gran roca que cuelga sobre la orilla. / Alfons Padilla

Alfons Padilla

Alfons Padilla

A los bañistas no les asustan los desprendimientos. Ha quedado constatado un año más. Han regresado a Ambolo, la cala que lleva cerrada desde 2009 por la caída de rocas. También han redescubierto la cala del Tangó, otro tramo litoral en el que hace más de una década el ministerio de Medio Ambiente intentó frenar la erosión y ciñó con redes de acero los acantilados. El Tangó es la cala más al norte de Xàbia. Está en la reserva marina del cabo de Sant Antoni. Ambolo queda al sur, en la otra punta litoral del término xabienc. Pero los problemas en un extremo y otro de la costa son los mismos: desprendimientos y el fracaso de las actuaciones que se han efectuado para intentar dar estabilidad a los acantilados.

Una gran roca que pende de un hilo en la cala del Tangó de Xàbia

Una gran roca que pende de un hilo en la cala del Tangó de Xàbia

Las redes de metal son colgajos oxidados

Sí, los bañistas han vuelto este verano al Tangó. Y este tramo litoral no está para bromas. Las redes de metal son colgajos oxidados. Están hechas jirones y rotas. Hay una gran roca que pende de un hilo (un cable). Levantar la vista y observar ese difícil equilibrio sobrecoge. Parece que esa enorme piedra desgajada del acantilado esté a punto de venirse abajo de un momento a otro. Hay otros puntos de la malla de acero en los que se acumulan piedras de menor tamaño (también dan, eso sí, miedo). Urge sanear el cortado y retirar todas esas rocas que se han desprendido y que cuelgan de la deteriorada red.

Este tramo litoral es de mírame y no me toques. Este invierno se reconstruyó el mirador destruido por las Dana y el temporal Gloria. La conselleria de Obras Públicas también colocó piedras de escollera de 4,5 toneladas donde antes había una bella playita de cantos rodados (el mar se la ha tragado en las últimas décadas). Esas piedras protegen el restaurante.

El mirador permite apreciar la belleza de este abrupto litoral. Es mejor no ir más allá. Los desprendimientos y los temporales han desfigurado el Tangó. Los técnicos de la conselleria ya consideraron que esta cala era irrecuperable. Los bañistas hacen, sin embargo, acrobacias. Buscan recodos en los que queda algo de grava. El peligro es que sobre sus cabezas hay piedras colgantes.