La contaminación lumínica oculta la vía láctea a los europeos y, sobre todo, a los españoles. Seis de cada diez europeos son incapaces de encontrar en el cielo nocturno la característica banda luminosa (compuesta por millones de estrellas) que nos recuerda que no somos los únicos en el vecindario estelar. Pese a esta preocupante tendencia, la contaminación lumínica no para de crecer. Según un último estudio realizado por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), la contaminación provocada por las luces de las ciudades ha aumentado casi un 50% en el último cuarto de siglo.

Los investigadores califican de "alarmante" esta cifra que, además, es más alta en España, el tercer país europeo con mayor tasa de contaminación lumínica y con mayor gasto en alumbrado público por habitante. En nuestro país, ese crecimiento fue de al menos un 57% entre 1992 a 2012. No es de extrañar, pues España carece, a día de hoy, de un control sobre la contaminación lumínica, a excepción de algunas zonas concretas, como La Palma, el norte de Tenerife y Cataluña.

En preparación una preocupante normativa

En estos momentos está en exposición pública un nuevo borrador de decreto ley cuyo objetivo es reducir el gasto energético y la contaminación lumínica. Sin embargo, los científicos y asociaciones de observación estelar se han posicionado en contra del Decreto-Ley argumentando que “no da ninguna garantía de que realmente se vaya a hacer lo que persigue”.

De hecho, esta norma podría incluso aumentar el problema, afirman las entidades científicas y astronómicas que se han movilizado para presentar alegaciones contra la misma. De ahí que el borrador de la normativa no haya pasado del segundo trámite de audiencia pública y esté parado desde noviembre de 2021.

Grados de contaminación lumínica Agencias

La contaminación lumínica se produce por las emisiones de luz artificiales, que provocan un desequilibrio en el ecosistema. Si las luminarias no están ubicadas y diseñadas de manera correcta, terminan emitiendo luz hacia el cielo y causan este tipo de contaminación, que ‘borra’ las estrellas al inundarlo todo de luz. También resulta perjudicial para las especies el uso de una potencia excesiva de luz y en lugares donde ello no hace falta.

Los LED han empeorado el problema

El estudio, que examinó las emisiones de luz de 1992 a 2017, destaca el impacto oculto de la transición a la tecnología de diodos emisores de luz (LED) de estado sólido. Los LED emiten más luz azul que las tecnologías de lámparas anteriores, pero los sensores satelitales son ciegos a la luz azul y, por lo tanto, subestiman el nivel de emisiones.

“Nuestro estudio muestra que el problema es mucho más grave de lo que creíamos y que podríamos hablar de un aumento que puede alcanzar un 270% a nivel mundial y un 400% en algunas regiones”, destaca Alejandro Sánchez de Miguel, investigador de la Universidad de Exeter y doctor vinculado al IAA-CSIC que coordina el estudio. Por lo tanto, la contaminación lumínica azul en España podría haber subido “solo” un 15% más que en 1992 o haber aumentado hasta un 300%.

Contaminación lumínica Pinterest

En este sentido, ya hay algunas compañías que se están intentando diferenciarse para buscar alternativas a la grave contaminación lumínica que sufre el planeta. “Es el momento de dar un paso más, no basta con emplear luminarias que reduzcan el gasto, también es importante que desde las instituciones se fomente el uso de aquellas más respetuosas con el medioambiente”, asegura Raquel Pereira, directora de marketing de la compañía Roblan.

Estos fabricantes españoles de productos de iluminación LED, ha obtenido la certificación del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC), que comprueba que las luminarias viales o de exterior son aptas para instalar hasta en las zonas más delicadas por ser respetuosas con el medio ambiente.

Este problema no solo repercute en el gasto, en la posibilidad de generar accidentes de tráfico debido al deslumbramiento o en la imposibilidad de disfrutar del cielo estrellado; la contaminación lumínica está alterando los ciclos biológicos de personas, animales y plantas.

Concretamente, son las aves y los insectos polinizadores los más afectados por desorientación y cambios en sus ciclos, algo que perjudica la biodiversidad de las especies. Los sistemas de iluminación cambian sus patrones de conducta, desorientan las migraciones y modifican los hábitos de alimentación y reproducción. Y es que la gran mayoría de especies animales y vegetales, incluyendo el hombre, necesitan de la oscuridad nocturna para vivir de forma adecuada.

“Es crucial que esas zonas se iluminen con sistemas eficientes y no contaminantes como los LEDs certificados, proyectando el color exacto de luz y evitando el desperdicio hacia el cielo”, incide, por su parte, la directora de proyectos de Roblan, María Hernández.

Estudio de referencia: https://zenodo.org/record/5524240#.Ym-bCh4ukVE 

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