Cataclismo natural

Suceso de Tunguska: ¿Qué fue lo que estalló en Rusia hace ahora 115 años?

Más de un siglo después, permanece el misterio en torno a la gigantesca explosión que se notó en todo el planeta

Un área más grande que la isla de Tenerife quedó arrasada y con todos su árboles abatidos

Suceso de Tunguska: ¿Qué fue lo que estalló en Rusia hace ahora 115 años?

Suceso de Tunguska: ¿Qué fue lo que estalló en Rusia hace ahora 115 años? / Agencias

Verónica Pavés

Verónica Pavés

En el verano de 1908, Semen Semenov estaba tomando su desayuno, como de costumbre, en el porche de su casa en el pueblo de Vanavara (Krasnoyarsk, Rusia), donde aprovechaba la calidez del poco frecuente sol en la fría Siberia. De pronto, a lo lejos, en dirección norte, vio cómo una luz azul partía el cielo en dos, cubriendo de fuego los árboles del bosque del río Tunguska. Obnubilado por aquella extraña luz que iluminaba más y más el cielo, Semenov tardó en darse cuenta de que el calor le empezaba a invadir el cuerpo. Parecía que había entrado en el mismísimo infierno. Intentaba desesperadamente arrancarse la camisa. De repente, escuchó un intenso rugido que surgía del bosque y notó una poderosa fuerza que literalmente le hizo volar varios metros hasta chocar contra una pared y quedar inconsciente. Mientras tanto, un gran temblor sacudía toda su casa acompañado de un estridente sonido, similar al de rocas cayendo sin control. Un fuerte viento caliente recorrió las casas, los cultivos y los caminos, dañando todo lo que encontró a su paso.

El recuerdo de Semenov es el de otros muchos pobladores de la Siberia de principios del siglo XX. Este hombre, entre otros, fue testigo de una de las explosiones de mayor entidad documentada en la historia de la humanidad y su testimonio quedó reflejado en los diarios de exploración del científico ruso Leonid Kulik en 1930.

Ubicación del lugar donde tuvo lugar el hecho

Ubicación del lugar donde tuvo lugar el hecho / Agencias

¿Qué era lo que había sucedido? El 30 de junio de 1908, los pueblos de la remota región de Krasnoyarsk en Rusia, cercanos al pedregoso río Tunguska, fueron sorprendidos con una explosión que aplastó 80 millones de árboles en un área de 2.150 kilómetros cuadrados, es decir, más que toda la superficie de la isla de Tenerife.

El suceso dio la vuelta al mundo en poco tiempo. Pero no fue precisamente porque los países gozaran de excelentes comunicaciones como en la actualidad,  sino porque el estruendo se pudo ‘sentir’ directamente en todas las estaciones sísmicas del mundo y, durante los dos días siguientes, las noches fueron tan brillantes que incluso en Londres podía leerse el periódico en la calle a medianoche.

Estalló en el aire, sin tocar tierra

La catástrofe ha sido estudiada en innumerables ocasiones, pero nadie ha podido esclarecer el origen de aquel fenómeno pese a haber pasado cien años de lo ocurrido. A día de hoy, el suceso se atribuye a la explosión en el aire de un meteorito y se clasifica como un evento de impacto, pero nunca se ha encontrado el cráter que debió ocasionar. Las últimas teorías creen que el objeto se desintegró a una altitud de 5 a 10 kilómetros, en lugar de haber golpeado la superficie de la Tierra.

Árboles abatidos en la zona

Árboles abatidos en la zona / Agencias

Desde que se produjera el evento en 1908 se han publicado aproximadamente mil artículos científicos (la mayoría en ruso) sobre la explosión de Tunguska. La persona más comprometida con la búsqueda de respuestas fue el geólogo ruso Leonid Kulik. Sus estudios comenzaron en 1921, pero no fue hasta seis años más tarde, en 1927, cuando realizó la primera expedición científica al lugar.

Contrató a cazadores locales para guiar a su equipo al centro del área de la explosión –dado que se trata de una región inhóspita y de difícil exploración–, donde esperaban encontrar un cráter de impacto. Para su sorpresa, no había nada de ello, ningún cráter ni ninguna huella que atestiguara impacto alguno. De hecho, lo único que pudieron determinar –y fue el gran hallazgo de Kulik– fue el epicentro de la explosión, establecido a partir del patrón radial que mostraban los árboles abatidos de la zona.

La zona quedó devastada

La zona quedó devastada / Agencias

A falta de respuestas contundentes y claras, el evento de Tunguska permanece rodeado de un halo de misterio que a menudo ha servido para promover mitos y leyendas que poco tienen que ver con la realidad.

Una de las teorías más extravagantes surgió en 2004, cuando un grupo de científicos rusos afirmó que en realidad lo que había colisionado contra la tierra no era un meteorito sino una nave espacial extraterrestre.

O un asteroide o un cometa

Sea como fuere, los científicos no han cesado en su empeño de identificar qué clase de objeto fue el que impactó contra la Tierra. Actualmente, dos son los principales sospechosos: un asteroide o un cometa. Y es que las expediciones enviadas al área en las décadas de 1950 y 1960 ya encontraron esferas microscópicas de silicato y magnetita en los tamices del suelo, que revelaban que lo que había impactado allí era de origen extraterrestre.

En 2013, otro equipo de investigadores publicó los resultados de un análisis de micro-muestras de una turbera cerca del centro del área afectada que muestra fragmentos de pequeños materiales que pueden ser de origen meteorítico.

Recreación del evento

Recreación del evento / Agencias

En junio de 2020, un estudio publicado en Monthly Notices of the Royal Astronomical Society propuso una nueva hipótesis, donde se concluye que lo que impactó sobre Tunguska sería un gran asteroide de hierro que habría entrado a la atmósfera a una altitud relativamente baja para luego volver a salir de ella y cuya onda de choque arrasó parte de la superficie terrestre. Es decir, el asteroide nunca habría llegado a caer sobre la Tierra.

Otros científicos defienden que el lago Cheko -ovalado y de unos 450 metros de largo- constituye en realidad la herida abierta por el choque a baja velocidad de una roca de 10 metros de diámetro. A su favor, añaden que no hay pruebas –testimonios ni mapas– de la existencia de este lago antes de 1928.

Cien años después de la catástrofe que llevó Semenov a sentirse cerca de las puertas del Averno, el misterio de Tunguska sigue siendo uno de los mayores misterios científicos pendientes de aclarar.

........

Contacto de la sección de Medio Ambiente: crisisclimatica@prensaiberica.es