Cambio climático

¿Dónde es viable reforestar y dónde es mejor no hacerlo? La ciencia da la respuesta

Un estudio insta a tener en cuenta el albedo (cantidad de luz solar reflejada) para saber la idoneidad de las replantaciones

La sabana y las grandes praderas no son lugares adecuados para nuevos bosques

¿Dónde es viable reforestar y dónde es mejor no hacerlo? La sabana no es el lugar adecuado

¿Dónde es viable reforestar y dónde es mejor no hacerlo? La sabana no es el lugar adecuado / wallpapercave

Joan Lluís Ferrer

Joan Lluís Ferrer

Frente a la fiebre de plantación generalizada de árboles como medida para, supuestamente, compensar las emisiones contaminantes a la atmósfera, cada vez más estudios alertan de que no sirve cualquier reforestación. De hecho, plantar árboles en los lugares equivocados puede contribuir al calentamiento global, según una investigación divulgada hace una semana. Sin embargo, un nuevo mapa elaborado por los científicos identifica los mejores lugares para regenerar los bosques y ayudar así a enfriar el planeta.

Los árboles absorben dióxido de carbono, por lo que restaurar zonas boscosas degradadas o plantar árboles jóvenes para aumentar la cubierta forestal es una de las herramientas para luchar contra el cambio climático.

Pero en algunos casos, más árboles significa menos luz solar reflejada por la superficie terrestre y, por tanto, más calor absorbido por el planeta, según un estudio publicado en la revista Nature Communications.

"Hay algunos lugares en los que la repoblación arbórea produce resultados climáticamente negativos", declaró a la agencia AFP Susan Cook-Patton, una de las coautoras del estudio.

Plantación de árboles

Plantación de árboles / Agencias

Los científicos ya sabían que el restablecimiento de la cubierta arbórea provocaba cambios en el albedo -la cantidad de radiación solar que rebota en la superficie del planeta-, pero no disponían de las herramientas necesarias para cuantificarlo.

Gracias a los nuevos mapas elaborados, los investigadores pudieron calcular por primera vez el efecto refrigerante de los árboles y, también, el calentamiento causado por la disminución del albedo.

Fue así como descubrieron que los proyectos de reforestación que no tienen en cuenta el albedo sobrestimaban los beneficios climáticos de dichas plantaciones nuevas entre un 20% y un 80%. No es, por tanto, garantía de mejora cualquier reforestación que anuncie una gran empresa o gobierno.

Mapas con los lugares más aptos

Pero esos mismos mapas también proporcionan herramientas para ayudar a los responsables políticos a determinar dónde realizar los esfuerzos necesarios para conseguir el máximo impacto climático, afirma Cook-Patton, científico jefe de restauración forestal de 'The Nature Conservancy'.

"También hay muchos lugares en los que restaurar la cubierta arbórea es una gran idea para el cambio climático. Sólo intentamos ayudar a la gente a encontrar esos lugares", añadió.

Los entornos tropicales húmedos, como el Amazonas y la cuenca del Congo, presentan un elevado almacenamiento de carbono y escasos cambios en el albedo, lo que los convertía en lugares ideales para restaurar la cubierta forestal.

Sin embargo, lo contrario ocurre en las praderas y en las sabanas templadas, según Cook-Patton.

En azul, zonas aptas, y en naranja, zonas desaconsejadas

En azul, zonas aptas, y en naranja, zonas desaconsejadas / Nature Communications

En el mapa de arriba, se aprecian las zonas más ideóneas y más inadecuadas para reforestar. El impacto climático neto tiene en cuenta tanto el cambio de albedo como el almacenamiento de carbono para estimar el CO2e máximo. Los colores anaranjados indican lugares con un impacto climático neto negativo, mientras que los azules indican un impacto climático neto positivo. Para comparar con otros estudios, también se incluyen estimaciones en equivalentes de carbono (Mg Ce, cifras en cursiva a la izquierda de la barra de colores).

"No queremos que nuestro trabajo sea una crítica al movimiento en general", afirmó.

"Pero no podemos poner árboles en todas partes. No tenemos suficiente dinero ni tiempo ni recursos ni personas ni plantones.

"Se trata de aprovechar al máximo las inversiones limitadas y obtener el mayor rendimiento climático por hectárea invertida", añadió.

Las zonas áridas cubren el 40 por ciento de la superficie terrestre, sobre todo, en África y Asia. Incluyen paisajes de sabana, pastizales, matorrales y biomas desérticos.

Se trata de zonas caracterizadas por escasez de agua, extremos climáticos estacionales y precipitaciones imprevisibles. Sin embargo, son ricas en plantas y animales singularmente adaptados a estos extremos.

Imagen de la sabana africana

Imagen de la sabana africana / Agencias

En la actualidad, estas áreas albergan a 2.300 millones de personas y a la mitad del ganado del mundo. Casi la mitad de las tierras agrícolas se encuentran en zonas áridas y el 30 por ciento de las especies vegetales cultivadas son autóctonas, según el portal DW.

Ideas erróneas sobre reforestación

En su libro 'The Arid Lands: History, Power and Knowledge', Diana K. Davis, profesora asociada de historia de la Universidad de California, recuerda que en la época colonial se impuso la creencia de que las tierras áridas eran tierras baldías y en su mayoría desarboladas debido al sobrepastoreo y a la deforestación de los lugareños.

Según Davis, estas suposiciones estaban muy extendidas entre las colonias francesas y británicas, desde el Magreb hasta el sur de África y desde el Medio Oriente hasta India. Sirvieron de justificación para diversos programas y políticas, que marginaban a un número considerable de personas de los pueblos originarios.

Estos supuestos, a su vez, allanaron el camino para la conversión de tierras áridas en tierras de cultivo o incluso en reservas naturales, afirma Susanne Vetter, profesora asociada de ecología vegetal de la Universidad de Rhodes, en Sudáfrica.

La Amazonía, un lugar donde reforestar es viable

La Amazonía, un lugar donde reforestar es viable / Agencias

En este contexto, la plantación de árboles, a menudo con especies foráneas invasoras, surgió como solución a los supuestos problemas de las zonas áridas. Al final, el impacto social y el costo medioambiental de esta reconversión de tierras fue elevada: degradación, salinización, pérdida de productividad y biodiversidad, propagación de especies invasoras y agotamiento de fuentes de agua.

A pesar de décadas de progreso en la ecología de tierras áridas, las ideas erróneas instauradas han resultado difíciles de cambiar y siguen siendo reforzadas por responsables políticos, medios de comunicación y planes de estudio, critica Hesse.

"Muchos de los problemas de las tierras áridas se derivan de intentar convertirlas en algo que no son, gastando mucho dinero en inversiones y tecnologías”, explica Hesse.

Estudio de referencia: https://www.nature.com/articles/s41467-024-46577-1

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Contacto de la sección de Medio Ambiente: crisisclimatica@prensaiberica.es