Itchy, un gato que viajaba de Manchester a Barcelona, fue extraviado por la empresa encargada de su transporte y estuvo perdido tres semanas.

Ello nos lleva a plantear la responsabilidad por la pérdida de un animal por parte de las transportistas o, en supuestos peores, por las lesiones causadas al mismo o incluso su fallecimiento. No es la primera vez que nos encontramos ante un caso similar, sobre todo en transporte aéreo o terrestre de animales de compañía en los que las condiciones o la diligencia empleada en el cuidado del animal no son las adecuadas. Debemos tener en cuenta que aquel que esté a cargo del animal debe emplear la diligencia necesaria y que corresponda a las circunstancias concretas del animal. En el caso de Itchy nos encontramos ante una responsabilidad de la empresa encargada del transporte, que al parecer no manipuló el trasportín correctamente, escapándose el animal por las inmediaciones del aeropuerto. Dicha empresa, al asumir el transporte del animal debe adoptar las medidas necesarias para garantizar el adecuado cumplimiento del contrato, que pasa por cuidar de la seguridad del animal durante el transporte hasta su entrega en destino.

Las resoluciones judiciales en estos casos suelen contemplar, además de una indemnización por el perjuicio derivado del incumplimiento del contrato de transporte, una indemnización por el daño moral causado en la que se valoran los sentimientos de angustia, ansiedad y sufrimiento causados por la pérdida del animal. Yo me pregunto: ¿acaso todo lo que recibo de mi animal tiene precio? Para mi es incalculable.