Elecciones 12 de mayo

PP y Cs, el enésimo intento de forjar una lista única en Cataluña: ventajas e inconvenientes

Los antecedentes no son halagüeños, y, aunque tenían un acuerdo para las elecciones europeas, el adelanto catalán ha cambiado el escenario

El líder de Cs, Carlos Carrizosa, y el dirigente del PPC, Alejandro Fernández, en una foto de archivo.

El líder de Cs, Carlos Carrizosa, y el dirigente del PPC, Alejandro Fernández, en una foto de archivo. / Ferran Sendra

Carlota Camps

Cómo si se tratara de un 'déjà vu', la convocatoria de elecciones anticipadas al Parlament para el 12 de mayo ha vuelto a poner sobre la mesa una posible candidatura conjunta de PP y Ciutadans. Sin embargo, los antecedentes no son nada alentadores, la tensión interna que ha provocado dentro de las filas naranjas bordea la ruptura y el tiempo ya ha empezado a correr. El 29 de marzo acaba el plazo para comunicar posibles coaliciones ante las juntas electorales y el 8 de abril ya deben quedar formalizadas todas las candidaturas, con sus 135 nombres correspondientes. Antes del movimiento del president Pere Aragonès, las direcciones de ambos partidos tenían avanzado un acuerdo para las elecciones europeas del 9 de junio. Sin embargo, la convocatoria anticipada en Catalunya ha hecho saltar por los aires el tablero.

Los antecedentes

Se trata de una opción que se ha planteado en incontables ocasiones, pero que ha dado exiguos frutos. De hecho, funcionó una sola vez. En julio de 2020, populares y naranjas se presentaron juntos a Euskadi bajo el nombre PP+Cs. La dirección de Génova -con Pablo Casado al frente- quedaría replicar la fórmula en Galicia, pero Alberto Núñez Feijóo -entonces candidato a la Xunta- lo rechazó. Allí, el PP retuvo su mayoría absoluta y Cs quedó fuera del hemiciclo. En Euskadi, la suma de ambos quedó lejos de las expectativas: quinta fuerza, seis escaños y un 6,77% de los votos. Y tampoco pudieron aglutinar todo el voto de la derecha, ya que Vox consiguió representación por primera vez.

La coalición no se repitió en ninguna de las siguientes elecciones autonómica y, en las municipales de hace un año, los populares acabaron haciendo una OPA a Ciutadans, fichando a varios de sus excandidatos y hasta candidatos. Solo unas semanas después, alentados por la victoria estatal y la renuncia de Cs a presentarse, llegaron a pescarle pesos pesados como Nacho Martín Blanco, que lideró la candidatura del PP por Barcelona.

La ley electoral

La principal ventaja de esta alianza, y la razón por la que ha estado encima de la mesa en múltiples ocasiones, es combatir los efectos de la actual ley electoral y la fórmula d'Hont, que beneficia a los partidos más votados y a los que tienen más implantación en las zonas menos pobladas. Cataluña es la única comunidad autónoma que no tiene ley electoral propia. Más de 40 años después, se sigue rigiendo por la LOREG y por el reparto de escaños del primer Estatuto: 85 para Barcelona, 18 para Tarragona, 17 en Girona y 15 en Lleida. Esto hace que los ciudadanos de Lleida, la provincia menos habitada, estén sobrerrepresentados, porque les corresponden más parlamentarios de los que les tocaría en un reparto absolutamente proporcional.

Ciudadanos y el PP, que son más fuertes en las zonas más pobladas, proponen un escenario de circunscripción única y un sistema de proporcionalidad absoluta de 'una persona, un voto'. Pero, de momento, nunca ha habido consenso para hacer esta reforma.

Cs, enfrentado por la fórmula

¿Integración o coalición? Este ha sido siempre el eterno debate y lo vuelve a ser esta vez. "La integración es impensable", defendía públicamente este martes el líder de Cs en Catalunya, Carlos Carrizosa, reduciendo la posible alianza entre los dos partidos a una coalición, que en el PP descartan por completo. Dos días después, la dirección nacional le desautorizó. Sin nombrarlo, pero tampoco sin dejar dudas de contra quién iban los dardos, el secretario general de la formación, Adrián Vázquez, invitó este jueves a Carrizosa a "dejar de mirarse el ombligo". "Es normal que la gente se ponga nerviosa y quiera definir en los medios los marcos de una negociación en la que no está, pero eso daña la negociación", espetó el jueves en un desayuno informativo. Un mensaje que daba a entender que los puentes con Génova no estaban rotos y que la decisión final -la que fuera- se tomará en Madrid.

En Ciutadans, saben que su marca está muy debilitada y que, si se quieren presentar y tener alguna posibilidad, las posiciones no pueden ser de máximos como otras veces. Cuando los naranjas iban por delante de la carrera electoral nunca quisieron esta alianza y, cuando la proponían, planteaban ampliarla con el PSC para no quedar encasillados en la derecha. Pero sea como sea, el hecho de que se evidencien las diferencias internas, en un partido al que las encuestas dan casi por muerto, le deja muy tocado. No solo en la negociación con los populares, que también, sino sobre todo en caso de que no hubiera acuerdo.

Diferencias entre catalanas y europeas

Diversas fuentes apuntan que la unión entre PP y Cs estaba "muy avanzada" de cara a las elecciones europeas, antes de que Pere Aragonès apretara el botón y disolviera la Cámara. Hace cinco años, los naranjas obtuvieron el 12% de los votos y hasta 7 diputados, no tan lejos de los 12 del PP. Ahora las perspectivas para cada uno son muy diferentes, pero en el caso del Parlamento Europeo, el funcionamiento es diferente al del resto de citas: hay circunscripción única -no por provincias- y los escogidos no están obligados a formar parte del mismo grupo parlamentario. Esto facilitaría un entendimiento entre PP y Cs en estos comicios que no sería reproducible en el Parlament. Especialmente, por el segundo punto. Fuentes populares ven imposible que las primeras espadas de Ciutadans siguieran la disciplina de partido y creen que "en dos días estarían en el grupo mixto".

"No sé quién quiere esta alianza", se pregunta el mismo dirigente del PP catalán, que recuerda que la situación electoral en la que se encuentras ambas formaciones ha cambiado por completo, con los de Carrizosa al borde de la desaparición y su partido con el viento en popa. Así lo apuntan varios dirigentes conservadores consultados, que no ven "rentabilidad electoral" en esta operación. Creen que una unión con Ciutadans "ya no suma nada" y que solo tiene sentido en términos de imaginario político, entendiéndolo como la "unión del constitucionalismo".

El factor Alejandro Fernández

De momento, sin embargo, la negociación entre las dos formaciones está sirviendo a Génova para no hablar del elefante en la habitación: quién será el candidato a la Generalitat. La dirección nacional del PP apostaba por relevar a Alejandro Fernández como presidente del partido -y, en consecuencia, como cabeza de lista-, pero la convocatoria anticipada de elecciones ha enturbiado el plan. Una parte de la cúpula considera que no hay tiempo para hacer el cambio, más aún cuando no hay una alternativa clara, mientras otros consideran que el relevo no puede esperar más. Y, una semana después del anuncio, siguen deshojando la margarita.

"Alejandro es un buen candidato, pero no hace de presidente del partido", se lamenta un cargo del PP en Catalunya. Este es, de hecho, el reproche que más le hacen internamente. Sin embargo, la alternativa no está clara. Los nombres de Dolors Montserrat, Manu Reyes o Nacho Martín Blanco están encima de la mesa, pero Fernández se ha hecho fuerte en los últimos días ante el silencio de Génova y ha conseguido reunir el apoyo de las entidades constitucionalistas. Algunos dirigentes del PP Catalán -enfrentados con Alejandro desde hace meses- restan importancia a estos apoyos, tratándolo de "bluf" y subrayando que "son cuatro", pero algunas voces más alejadas de la disputa le ven "cada vez más fuerte". Lo que es seguro es que la decisión puede desatar una nueva crisis interna.