El 24 de enero de 1977 tres pistoleros entraron en el despacho de abogados laboralistas de la calle Atocha, 55 de Madrid y dispararon contra las nueve personas que se encontraban allí, matando a cinco de ellas e hiriendo de diferente gravedad a las otras cuatro. La respuesta inmediata de toda la población, pacífica y ejemplar, se considera decisiva para la llegada de la Democracia.

Alejandro Ruiz-Huerta es el único de los abogados de Atocha que sufrió el atentado y queda vivo para contarlo a día de hoy. Cuando se sienta a escribir sus memorias, es incapaz de narrar el fatídico día. Para retrasar el momento de enfrentarse a ello, comienza el relato por su época universitaria y va dando saltos por diferentes etapas que componen un retrato doble: el de una persona que luchó por sus ideas hasta las últimas consecuencias y el de un período fundamental para comprender nuestra historia reciente.