Crítica de 'Monstruo': las tres caras de la verdad

Aunque rueda cada año una película y ese ritmo creativo es difícil de sostener por muy inspirado que se esté -algo que han padecido en distintos momentos de sus carreras cineastas tan activos como Woody Allen, Steven Soderbergh o François Ozon-, el japonés Hirokazu Koreeda continúa manteniendo el tipo a través de la búsqueda de nuevas formas de expresarse más que de renovarse temáticamente. Si el año pasado rodó en Corea del Sur ‘Broker’ y en 2019 relató una crónica familiar muy francesa en ‘La verdad’, protagonizada por Catherine Deneuve y Juliette Binoche, en este ha ultimado una serie televisiva sobre aprendices de geisha, ‘Makanai: la cocinera de las Maiko’, y con ‘Monster’ se ha adentrado en una historia de acoso escolar planteada dramáticamente de modo distinto y construida a partir de tres puntos de vista diferentes sobre una misma situación, un poco al estilo de la influyente ‘Rashomon’ de su compatriota Akira Kurosawa.

Koreeda propone un conocido pero estimulante juego al espectador, pues si la verdad parece clara al comienzo, sus matices son muchos, y nunca nada es lo que parece. Las tres opciones con las que se contemplan los hechos -el punto de vista de dos niños, de la madre de uno y del profesor acusado- revelan contradicciones, deseos y mentiras personales. El cineasta observa, ensambla las tres miradas y no enjuicia, una forma siempre interesante de pulsar la realidad.