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Rellán y Rosa María Mateo

La administradora única de RTVE, Rosa María Mateo, en el Senado

Quienes tuviesen ocasión de ver a Andreu Buenafuente charlando con Miguel Rellán en algunos de los encuentros que mantuvieron a lo largo de los seis años de programa, comprobarían que estos ratos televisivos eran una delicia. Cuando se trataba de conversaciones con amigos, a Andreu le gustaba remarcar que no se trataba de entrevistas; que aquello sólo era «un hablar». Lo más bonito.

Y esa definición se me quedó grabada en el oído. Qué placentero resultaba para el espectador asistir como testigo a ese «hablar» entre dos amigos cómplices. Lo que me lleva a la conclusión de que cómo era posible que la pareja de Miguel Rellán, durante tantos años presidenta interina de la Corporación RTVE, no sintiera exactamente lo mismo que yo. Es decir, que no se diese cuenta que para mejorar la maltrecha programación de La 1 tal vez no hacían falta ni millones de euros, ni formatos grandiosos como MasterChef, ni películas de Marvel pagadas a golpe de talonario. Que para mejorar la imagen y los contenidos de TVE a lo mejor bastaba con algún programa de prestigio en donde fuese posible encontrarse con dos personas, un comunicador y un invitado, como Andreu Buenafuente y Miguel Rellán, que mantuviesen un día a la semana «un hablar» sin más pretensión que el de compartir sus impresiones en público.

Teniendo la presidenta tan cerca a Rellán nunca me expliqué cómo no se hizo eco de esta idea, cómo a lo largo de su larga etapa no sugirió la creación de un programa en el que se pudiese hablar de esta manera. Porque una cosa es la interinidad y otra aplicar el buen gusto cuando la situación lo estaba pidiendo a gritos. Increíble pero cierto.

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