Síguenos en redes sociales:

La sensibilidad que no falte

Pleno corazón de la ciudad. En concreto, Luceros para subir por Marvá. Desde tiempo inmemorial dos pasos de cebra permanecen a porfía. Uno desteñido a la altura de Quintana y pretendidamente anulado pero que despista y, a diez metros, el fetén que se improvisó debido a las obras por lo que -norma de la casa- se ha convertido en fijo. Hay conductores que llegan al primero y se medio paran, aunque aceleren en el verdadero por la imposibilidad de detectar si se acercan peatones. Una tela tupida bordea el paseo desde la propia plaza hace ya algún siglo que otro impidiendo otear el trasiego. El transeúnte ha de incorporarse a la calzada a ciegas y eso que el lema que recubre la lona no es otro que el de "juntos, construimos la ciudad". Si llegan a ir por su cuenta, mejor no pensarlo. Siguiendo con el periplo, mudémonos a la rotonda de Alcampo y de Plaza Mar, en dirección al castillo. La callecita de acceso es Canónigo Penalva coronada antes de la siguiente rotonda por otro paso de cebra. El encuentro con éste es similar al de Marvá, sólo que aquí la separación la constituye un elemento más contundente que recuerda al muro de Berlín en metálico, y que nos separa no sólo del tram sino también de los peatones que surgen sin esperarlo ya que el campo visual es nulo gracias a que, como es bien sabido, juntos, construimos la ciudad. En el inicio de la avenida de la Goleta y en otros tramos por diferentes emplazamientos urbanos lo que dificulta o, incluso, priva de visibilidad y perspectiva es la instalación de los contenedores de basura, vidrio, papel... en el linde de las marcas blancas. La razón para todos estos obstáculos parece evidente. Respetamos tanto los pasos de cebra que alguna dificultad había que poner.

Pulsa para ver más contenido para ti