El pasado día 24 apareció en este periódico un artículo a seis columnas pidiendo una revisión in extremis del trazado del AVE en relación con la ciudad de Alicante. Créanme, el artículo merece toda la atención. Más aún, merece toda la prevención y una fuerte dosis de alarma metodológica. No es un artículo baladí. Es la punta de lanza de un intento que, de confirmarse, tendría nefastas consecuencias para la ciudad de Elche. Lo firman mi viejo y buen amigo José María Perea, excelente periodista alicantino, comprometido con su ciudad, y Mario Gaviria sociólogo urbanista de gran predicamento que confiere un indudable aval a la tesis que se sostiene. El artículo parte de la asunción del error que supuso para la ciudad de Alicante apostar en su día por llevar la estación del Ave al centro mismo de la ciudad. La lógica del trazado trajo como consecuencia que la línea de alta velocidad entrara en Alicante como en un "cul de sac" por donde sólo pasaría quien tuviese como destino Alicante ciudad. Los autores del escrito argumentan con toda razón que "el Ave no es para llegar en tren a comprar cruzando la calleÉEs para comunicar territorios, para vertebrar en red la práctica totalidad de las capitales (¿) españolas y en un futuro, no muy lejano, con Portugal, Francia y Norte de Italia". Ambas cosas son ciertas. La primera, el inmenso error de la ciudad de Alicante por obstinarse en llevar el tren al centro mismo de su casco urbano y que los autores lamentan. La segunda, la vocación de vertebración territorial de la alta velocidad. Sin embargo, por esta última no debieran lamentarse. El territorio estará comunicado con España y con el mundo. El territorio tendrá un nodo ferroviario muy poderoso en el conjunto del arco mediterráneo que una el sur con Madrid, con Barcelona y con EuropaÉ lo que pasa es que estará en Elche. Por tanto, el lamento deberá ser, en todo caso, porque el templo de esa poderosa ceremonia de comunicación y vertebración no esté en Alicante, pero no porque el territorio quede incomunicado o desvertebrado.

El error o la torpeza de Alicante, la posición de centralidad geográfica de Elche y los buenos oficios del Ayuntamiento consiguiendo elevar significativamente la magnitud de las instalaciones a desplegar al tiempo que logrando hacer confluir con el Ave la línea de cercanías Alicante-Murcia hacen de la futura estación de Elche un nodo de conexión obligado con una trascendencia extraordinaria para el futuro de la ciudad.

Hoy, sin embargo, en Alicante se pide una revisión de esta situación. Hay ya una asociación trabajando para ello. El artículo mismo supone una punta de lanza inteligente y bien afilada. Hay una reunión en los próximos días de la sociedad pública AVANT (Ministerio, Generalitat y Ayuntamiento de Alicante) donde se pide replantear a toda costa el proyecto. Dicen con toda razón y brillantez los autores del artículo que la alta velocidad "es un medio de transporte tan poderoso que transforma el territorio más próximo y lo convierte en un espacio de competitividad y de nuevas oportunidades económicasÉ estar fuera del Ave es quedarse fuera de un espacio de futuro". Efectivamente. Así es. Si el proyecto se revisa, esa prima de proximidad es la que perdería Elche. Justo la que ganaría Alicante. Pocas veces tantas oportunidades para una ciudad como Alicante por mucho que yerre. Nunca tan pocas oportunidades para una ciudad como Elche por mucho que se esfuerce en acertar. Claramente, la ciudad de Elche comparte con las demás ciudades la penuria del presente mientras persista la crisis. Pero tiene sobre ellas la enorme ventaja de futuro que le otorga su centralidad geoestratégica, su capacidad emprendedora y los proyectos de infraestructuras que se han conseguido comprometer para salir antes y más sólidamente de esta crisis y poder tener crecimiento sostenible y duradero. Éste es el más importante de ellos. Y hoy debe saber que está amenazado. Como también lo está la consolidación de un gran espacio integrado entre Elche, Crevillent y Vega Baja -a la vista de la imposibilidad de construirlo con la ciudad de Alicante- que tendría en este proyecto su mejor palanca-.

Alicante hace lo que debe. Tiene quien le reflexione. Genera los instrumentos que deben presionar. Incluso, sabiendo que están fuera de tiempo. Toda mi admiración. Mientras tanto, ¿qué hace Elche?. Pues bien, éste es un tema que atañe a todos. A la patronal que tiene la obligación moral con su pueblo, profesional con sus trabajadores y empresarial con sus negocios. A los sindicatos que se juegan la posibilidad de un futuro fecundo en empleo. Al Ayuntamiento que, después de haber conseguido el logro del proyecto, parece ahora tranquilo por estar el tema ya en los minutos de la basura. A la oposición que tendrá que definir su postura en un tema de verdad como éste, en el que nada ayudó, y definir cuál sería su posición ante el municipio y ante la Generalitat. Y, sobre todo, es un tema que atañe a la ciudad. Y dudo que sea consciente de ello. No valoró el hito que en su día se consiguió y no tiene hoy conciencia de lo que supondría perderlo. Nadie echaría de menos pasar de la nada a la nada. Nadie se lamentaría de que en medio hubo una oportunidad si nadie la detectó.

Sin embargo, en los próximos días la batalla se librará. En la mesa estarán los intereses de Elche y nadie habrá allí para defenderlos. Alguien debería hacerse oír. Un pueblo que es incapaz de luchar por su futuro es un pueblo condenado a repetir permanentemente su pasado.