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Muero de curiosidad

Voy a empezar a cuidarme. Me ha surgido esta semana la necesidad de vivir 33 años más y, a mis X años, no lo veo fácil. Sucece que tengo curiosidad por conocer los secretos que Jackie Kennedy reveló antes de morir sobre la etapa de gobierno de su marido John Fitzgerald Kennedy, una época la de la década de los 60 apasionante y convulsa para EEUU en particular, y para el mundo en general. Pero la dama -quien se hizo célebre por su elegante guardarropa y por sentenciar que "una mujer nunca es lo suficientemente delgada, ni lo suficientemente rica"-, puso la condición de que nada se hiciera público hasta que hubieran pasado 50 años desde su muerte, en 1994. Su hija, Caroline, ha decidido diecisiete años después poner al mundo los dientes largos y ha dado un suculento adelanto de lo que opinaba su madre sobre personalidades de talla internacional como Martin Luther King o Indira Gandhi, cuyos nombres están inscritos en los libros de historia. El primero, un "farsante" por predicar la monogamia en la pareja y tener varias amantes -¿qué habrá dicho Jackie sobre su marido y Marilyn Monroe?-; la segunda, una "amargada agresiva". Al parecer, la exprimera dama americana también dio su versión sobre las bambalinas del atentado de Dallas en el que sucumbió su marido... A partir de ahí, el que quiera saber más que espere a 2044. ¿Y si fallezco antes?, ¿es justo que me quede sin saber qué pasó, después de décadas de especulaciones? Muero de curiosidad. En el fondo, esto no es más que lo que los publicistas denominan "crear expectativas". La buena de Caroline seguro que está ya en la publicación de un libro que dé pingües beneficios a sus herederos. Yo, ante este estado de cosas, si no llego, advertiré a los míos de que no compren el libro.

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