Los tiempos cambian, recitando a Don Hilarión, y también las costumbres. Antes había quién pagaba la línea telefónica todo el año en la Playa de San Juan o en Piles, según los gustos, para utilizarla el mes de vacaciones, algunos días en Semana Santa y, como máximo, algún finde. Eso se acabó desde que todos andamos con el móvil pegado a la oreja, y lo mismo ha pasado en las urbanizaciones de Mariola, en las que mucha gente ha abortado la línea fija, por una cuestión meramente económica. Aparte, está la seguridad, ya que los equipos de transmisión de la Policía restan inactivos, y también los adolescentes. "Mi hija no quiere subir porque no hay cobertura", se lamentaba una madre hace poco.