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Por la humanización de la política

El mismo día del aniversario del 15M, el Pleno del Ayuntamiento de Burjassot se celebró en una sala del hospital donde el día anterior la concejala de Igualdad había parido a su hija. Su voto era decisivo para poder solicitar al ICO el crédito necesario para el pago de la deuda a proveedores. Ignoro si la Abogacía del Estado y la Delegación del Gobierno han cumplido su amenaza de impugnar el Pleno, pero el asunto pone de relieve el tema del que me quiero ocupar aquí. Y no es otro que evidenciar dos cuestiones: 1) que el mecanismo de la representación política obedece a un modelo androcéntrico, y 2) que el ámbito de lo público por excelencia (lo político) funciona de espaldas a lo que se ha denominado ámbito de lo privado o familiar.

Respecto de la primera cuestión, ya en los orígenes del mecanismo de la representación política, el Marqués de Condorcet se dirigía a quienes sostenían, contra los dictados de la razón, que las mujeres no podían ser ni electoras ni, por supuesto, elegibles, con estas palabras: "¿Por qué los seres expuestos a embarazos y a indisposiciones pasajeras no podrían ejercer los derechos de los que jamás se ha soñado siquiera con privar a quienes padecen de gota todos los inviernos o a quienes se resfrían fácilmente?". Esto lo escribió en 1790 y las mujeres no pudimos optar a cargos representativos hasta bien entrado el siglo XX. Demasiados años durante los cuales los mecanismos representativos fueron diseñados por los hombres, para los hombres y conforme a su visión del mundo.

Respecto de la segunda cuestión, conviene recordar que en 2004, el Congreso de los Diputados instaba al Gobierno "a realizar, en el más breve plazo posible, y en todo caso antes de un año, los estudios y trabajos necesarios para promover una modificación en la legislación actual, con el fin de posibilitar la compatibilidad entre el ejercicio de las funciones públicas representativas y el derecho que tienen madres y padres a disfrutar del período de baja, legalmente establecido con carácter general, para los supuestos de maternidad, adopción y acogimiento". Mucho ruido y pocas nueces: basta apuntar que desde el pasado lunes se podrá votar telemáticamente en el Congreso en casos de baja por maternidad, paternidad y enfermedad. Magro logro que pone en evidencia que conciliar el ámbito de lo público con el familiar es algo, de momento, impensable. Que lo que importan son las mayorías parlamentarias y lo demás es secundario. Que la vida humana y los afectos son prescindibles. La confirmación de ello: para priorizar el pago de la deuda no ha habido problema en reformar hasta la aparentemente intocable Constitución.

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