Opinión | La Riá

El Dragón de Fuego en Orihuela

"... En la tarde del 11 de enero de 1884 arribaba a Orihuela el «primer dragón de fuego» como poéticamente se llamaba a la humeante locomotora..."

EL DRAGÓN DE FUEGO

EL DRAGÓN DE FUEGO / Foto: Colección A.L.Galiano.

Hace trece días de este mes que le está quitando al que va después de enero lo de «febrerillo el loco», nos está dejando sin saber que ropa ponerte, pues lo mismo hace frío que calor, hay sequedad o humedad proliferando las alergias. Pues bien, como decía hace algunas fechas en el Ateneo Casino Orcelitano se presentaba bajo los auspicios de la Caja Rural Central de Orihuela la tercera edición del libro «Digo yo: Novecientas ochenta frases de mundología caralampiana» de Caralampio Ruiz Martínez, el «Sabio Caralampio» recordado por muchos de nuestra generación. Y como siempre que puedo, echo mano de algunas de sus frases que siempre me vienen bien utilizarlas como recurso para salir de situaciones dificultosas. De hecho, en este caso, para dar lustre a algunos personajes que vamos a recordar.

EL DRAGÓN DE FUEGO

EL DRAGÓN DE FUEGO / AntonioLuisGalianoPérez

Situémonos hace casi 140 años, concretamente el 11 de mayo de 1884, en que se inauguraba la línea ferroviaria entre Alicante y Murcia, después de varios proyectos que no habían llegado a buen fin. Tras el inicio de las obras el 4 de marzo de 1883 se logró que el camino de hierro atravesara nuestro término municipal dejando deslizarse a «ese dragón de fuego que en sus alas lleva los gérmenes de la civilización y del progreso y que guarda en sus entrañas, el porvenir, la gloria, la riqueza de los pueblos». Si bien la ceremonia oficial se celebró en la fecha indicada, al concluir las obras después de poco menos de dos años, en la tarde del 11 de enero de 1884 arribaba a Orihuela el «primer dragón de fuego» como poéticamente se llamaba a la humeante locomotora. Para dicha inauguración estaba prevista la presencia del presidente del Consejo de Ministros, Antonio Cánovas del Castillo, cuya familia era oriunda de nuestra ciudad.

Y aquí, echamos mano del «Sabio Caralampio», pues aunque se sabía por todos los asistentes quién era el ilustre visitante, en la crónica que escribió Rafael Viravens y Pastor, académico y Cronista de la Ciudad de Alicante, se dice que el presidente del Consejo de Ministros «ostentaba en su pecho la banda de la Legión de Honor» y que la música militar que rindió honores interpretó «La Marcha Real», por el honor que le correspondía al político al estar condecorado con el Toisón de Oro. Lo que ratifica «El Sabio» con su frase: «Digo yo: Dime como vistes y te diré el cargo que ostentas». Frase que es aplicable también a aquellos que disfrutaron del menú que se sirvió en el banquete por la Fonda Bossio de Alicante, ofrecido por la Compañía de Ferrocarriles Andaluces, en uno de los claustros del Colegio de Santo Domingo.

De dicho banquete disfrutaron un gran número de invitados presididos por las jerarquías del Estado y de la Iglesia. Al igual que representantes de los pueblos «luciendo todas sus cruces, bandas y placas con que están condecorados por acciones meritorias para la Patria». Así que, también todos ellos, como decía «El Sabio», por sus insignias se supo el cargo que ostentaban. Y, en este almuerzo, cuyo menú fue suculento, también podría hacer válida otra de las frases del «Sabio»: «Digo yo: Si le das la razón comerás en su mesa». Y, es posible que estos invitados con su presencia le dieran la razón al anfitrión reconociendo el trabajo realizado y alabarían el pantagruélico menú que se sirvió, muy a la francesa tal como se estilaba en aquel momento: «Paella alicantina, jamón de York a la inglesa, salmón a la rémolade, filetes de res a la Périgorg, espárragos en rama, pavitos trufados, patés foies gras en hermosa vista. De postre puding de cabinet, con galletas de Saboya y Charlotte plombiére». Y por si faltara algo: jerez, valdepeñas blanco, St. Julien y champagne.

Seguro que, después, en los discursos y brindis, todos aplaudirían y vitorearían al Rey, a la Reina, a la Real Familia y al presidente del Consejo de Ministros que, el día anterior, bajo la presidencia del primer teniente de alcalde y alcalde accidental del Excmo. Ayuntamiento oriolano, en su Pleno en sesión extraordinaria, por unanimidad acordó declarar Hijo Adoptivo de la Ciudad de Orihuela a Antonio Cánovas del Castillo.

El prócer llegó procedente de Murcia esa misma mañana del día 11 de mayo, siendo recibido en la estación de ferrocarril por el alcalde oriolano Matías Rebagliato y Sorzano, por el obispo de la Diócesis Vitoriano Guisasola y Rodríguez, por las autoridades provinciales que se habían desplazado desde Alicante, y por el conde A. de Camondo representante de la Compañía de los Ferrocarriles Andaluces. En un altar levantado en las inmediaciones de la estación, el prelado bendijo los «carruajes» que serían arrastrados por «el dragón de fuego». Tras este acto, Cánovas del Castillo y demás autoridades recorrieron las calles de la ciudad, recibió a las distintas comisiones en el Palacio Episcopal, para dirigirse después al Colegio de Santo Domingo, donde se celebró el banquete ya citado.

Al finalizar el almuerzo a la tres y media, el convoy recorrió la línea férrea partiendo de Orihuela en dirección a Torrevieja, acaeciendo un accidente en el kilómetro 17 en la curva de Los Montesinos, descarrilando el tren debido al exceso de velocidad. Tal vez el maquinista debería haber hecho lo que nos dice la siguiente frase del «Sabio Caralampio»: «Digo yo: No vayas tan deprisa por si no encuentras quien te pare».