Se acabó, ha llegado septiembre, el mes que marca el fin de las vacaciones, para los que han tenido la suerte de poder disfrutar de ellas, y la vuelta al trabajo, para los afortunados que lo conservan, porque no nos olvidemos de esos cinco millones de españoles, con sus familias a cuestas, que ni han tenido la oportunidad de dejar por un momento atrás sus problemas viajando y, por no tener, no van a poder sufrir el síndrome postvacacional, porque no tienen puesto de trabajo a donde volver para deprimirse. En cualquier caso, este mes nos marca a todos porque supone de forma generalizada el regreso a todo lo que queríamos dejar atrás tomando el sol y zambulléndonos en el agua en agosto. Pero todo llega y lo que viene no tiene muy buena pinta porque la crisis sigue aquí, no se ha ido de vacaciones, y todo hace temer que vamos a sufrir no un mes sino un cuatrimestre de los que se nos van a quedar marcados a sangre y fuego. La vuelta al cole, uno de los primeros problemas que vamos a tener que afrontar, no va a ser ni mucho menos fácil, suprimidas casi todas las ayudas para el transporte, el comedor y la becas para contribuir al pago de los estudios superiores. Tampoco van a tenerlo mejor para llegar a fin de mes los que todavía conseguían antes del verano cerrar los meses sin números rojos, porque se anuncian nuevos ajustes, nuevas subidas de tasas, nuevos incrementos de gastos como la luz y la gasolina, para cumplir con las exigencias de Bruselas de reducir nuestro déficit presupuestario. Volveremos a oír de la necesidad de ayudar a algunos bancos, mientras se siguen ejecutando hipotecas y poniendo a familias enteras de patitas en la calle, y sufriremos en nuestras carnes la negativa de estas mismas entidades cuando acudamos a ellas para pedir un nuevo crédito que nos afloje un poco la soga que llevamos atada al cuello. Pero bueno, no todo va a ser malo, no hay que ser pesimista y no ver la luz al final del túnel: ya sabemos que Rajoy nos bajará los impuestos en 2014. ¡Qué suerte para los que lleguen!