Dicen que la muerte encierra siempre el nombre de un secreto, puesto que firma la singularidad irremplazable.

Y esto último, lo irremplazable, es lo que lamentamos, en el trance de su muerte, quienes conocimos, trabajamos, colaboramos y soñamos junto a Ramón Martín Mateo. Fuimos afortunados durante años al poder disfrutar del privilegio de su compañía. Ahora, tenemos que asumir el dolor de su ausencia y prepararnos para mantener viva su memoria, que siempre nos acompañará.

Ramón Martín Mateo fue un viajero sin límites. En todos los aspectos de la vida, Ramón desafió, uno tras otro, los lugares comunes. Tomó sobre sus hombros la no fácil tarea de superar fronteras -intelectuales, culturales, mentales, anímicas-. Pero la recompensa no fue sólo para él, sino que despejó el camino para que, otros muchos, lo pudieran recorrer más fácilmente.

Si en el plano académico fue un innovador, un maestro reconocido y respetado que abrió nuevas rutas en el Derecho Público, en lo personal Ramón siempre será recordado por la viveza de su carácter, la agudeza de su ingenio y ese fino humor con el que afrontaba las situaciones más complejas y comprometidas. Lo echaremos en verdad de menos.

La deuda de la Universidad de Alicante con él es y será impagable. Supo canalizar todas las energías a su alcance para, como Rector, tomar las riendas de una Universidad todavía incipiente y sin personalidad, e imprimir en ella una huella imperecedera. Aplicó con gran acierto sus conocimientos -tan queridos para él, y en muchos aspectos, pioneros- en materia ambiental y urbanística, haciendo de la Universidad un entorno envidiable. Dotó a la Universidad, con su propio ejemplo, de un dinamismo intelectual y académico que todavía hoy perdura y por lo que es apreciada.

Gran conversador, era todo un placer compartir con él mesa y mantel. Precisamente por su talante cosmopolita, eligió Alicante como lugar donde vivir y donde se sintió plenamente feliz.

Dicen que una cosa es morir y otra perecer. Yo creo que los seres que porfían por realizar su destino no perecen. Ramón es uno de ellos. Tal vez, lo que más me duele en estos momentos es no haber sabido estar más tiempo con él.