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Se veía venir. Versión española, en su tercera entrega, saltó al «late night», y su coloquio, a las procelosas aguas de la madrugada. ¿Para este viaje hacían falta tantas alforjas? Se desnudó un santo para vestir otro. Nos quitaron Versión española del «prime time» de los martes en La 2 para dar mayor visibilidad al cine español en La 1. Pero tras Los amantes pasajeros y The Pelayos, a la tercera fue la vencida, y los programadores claudicaron: en «prime time» doble ración de José Mota, y el cine español, con sus modestas cuotas de pantalla, a la madrugada.

Es decir, que mientras las televisiones privadas tienen muy claros sus objetivos en materia de apoyo a nuestro cine, logrando que las producciones que impulsan hayan logrado el 75% de la taquilla nacional (Ocho apellidos vascos y El Niño en Mediaset; Torrente 5 y La isla mínima en Atresmedia), y haciendo que sus productos se revaloricen de cara a sus pases en los correspondientes «prime time», en TVE abundan en su errática trayectoria. En eso quiero y no puedo. En ese apoyo incondicional al cine, de palabra, que después no se traduce en hechos.

Para migrar a La 1, Versión española tuvo que pagar un peaje muy elevado. Se acabaron las películas «difíciles», independientes, vanguardistas, los documentales, el blanco y negro, el cine latinoamericano, el cine de culto y las rarezas. Se sacrificó todo eso para acabar emitiendo cine comercial en la madrugada. Incomprensible. Mientras tanto, Mediaset lanzará a lo largo de 2015 Regresión y Ocho apellidos vascos 2 a lo grande, y al tiempo que Atresmedia lo hace con Palmeras en la nieve. Tres títulos que, no lo dudemos, se convertirán en taquillazos incontestables. Nos consolaremos pensando en el regreso de Versión española a La 2. De donde nunca debió irse.

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