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Antonio Sempere

En pocas palabras

Antonio Sempere

Ay, la cultura

Ni siquiera los más encarnizados defensores de la edición impresa de los diarios dejamos de sucumbir a los encantos de algunos contenidos de la digital. Tan elocuentes a veces. Por ejemplos, esos vídeos de apenas tres minutos en los que podemos ver a algunos de los alcaldables respondiendo un cuestionario de preguntas muy directas, con el fin de averiguar su grado de conocimiento acerca de cuestiones esenciales acerca de la ciudad que desean regir.

En uno de estos vídeos preguntan a un cabeza de lista de quién es el Teatro Principal de Alicante. El candidato se detiene a pensar, duda, y sin mucho convencimiento responde que los propietarios serían, o deberían ser, el Ayuntamiento y la Generalitat. Me quedé tan perplejo que volví a ver la secuencia. Resulta que alguien que durante los últimos años ha formado parte de la corporación municipal, y que aspira a gobernarla, desconoce que los copropietarios del Teatro Principal son el Ayuntamiento, sí, y un banco catalán, que sin comerlo ni beberlo vio cómo ese inmueble se sumaba a su patrimonio.

En mi opinión, el Teatro Principal debería ser propiedad municipal. Al 100%. Y digo más. Creo que debería nacer a la propia entidad bancaria ceder generosamente su parte a la ciudad, para siempre o durante un largo tiempo, a la manera en que se ha deshecho de su sede de la calle San Fernando, 40, que ahora gestiona la Universidad de Alicante, cuyo logotipo luce en la fachada.

Pero mi opinión vale bien poco. Esta cuestión, junto a otras muchas, debería haber sido debatida a lo largo y ancho de la legislatura por anteriores corporaciones municipales, por las respectivas comisiones de gobierno, por los portavoces de los partidos. Que el candidato no acertase a contestar quién es propietario, a fecha de hoy, del Teatro Principal, es tanto como decir que este tema apenas ha sido objeto de debate en público o en privado. Evidencia dónde andan las cuestiones relacionadas con la cultura en la agenda de los políticos. Y da pena, mucha pena comprobarlo. A la vez que explica con contundencia en qué situación nos encontramos.

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