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Francisco Esquivel

De campeonato

Artur Mas ha conseguido ya la independencia. De momento de Duran i Lleida, aunque no debe ser moco de pavo. Si todo lo que viene formando estas temporaditas ha sido porque no se atrevía a plantearle la separación al partenaire, mira que ha dado vueltas el hombre. En eso está cada día más cerca de Laporta. No lo había pensado, pero lo mismo se coaligan. El despendolado expresi pasó las dos mejores legislaturas de su vida en Can Barça milagrosamente para el club y, tras su periplo en el Parlament en el que éste no sólo ha sobrevivido sino que lo ha hecho sin las directrices en la sombra de Johan, aspira a volver a lo que de verdad le pone. En ese hipotético escenario en el que se fundiesen más aún las fuerzas nacionalistas y balompédicas, el problema de Mas y Laporta no sería el programa ni Bruselas ni los casos de Messi y Neymar con los tribunales ni el triplete tampoco. El problema estribaría en cuál de los dos se inviste rey del mambo. Y del Espanyol, claro, ni hablamos.

Por su parte, el otro que ha llegado con la lengua fuera al verano presentó a Moragas como si fuera el fichaje de Figo. Mata de pelo no les falta desde luego. Rajoy lo habría hecho en el Bernabéu pero, como Florentino no cede el recinto a los catalanes, tuvo que hacerlo a puerta cerrada. Lo que ha ideado el peculiar mister gallego ha sido rejuvenecer la artillería atacante. La certera analista zamorana Lucía Méndez clavó la jugada: «Los nuevos dirigentes son lo más parecido a Ciudadanos que ha podido encontrar». Y por contra, del todo solo se ha cargado a Floriano en lo que, tras caer Espe y Rita, no es sino una clara estrategia de acoso y derribo de Wyoming y compañía. Menos mal para éstos que se mantiene Cospedal, aunque todo apunta como es natural a una caída en diferido. No obstante hay que esperar. Está a tiempo todavía de rescatar a Mato.

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