El corazón se me encoge con sólo recordar la imagen de Pilar Cortés en la que se aprecian cinco minihamburguesas en la bandeja de una niña que acude al comedor escolar este mes de julio. Es evidente que ha acumulado la comida por la codicia que suele producirnos lo que nos es escaso y vital. Igual, hasta su madre, también con dolor de corazón, le ha advertido antes de salir de casa que coma todo lo que pueda en la escuela porque en la nevera familiar apenas hay. Es pura especulación, lo admito, pero la bandeja repleta, en uno de los comedores abiertos en Alicante para garantizar al menos una comida en condiciones a los menores, da qué pensar. Todos los partidos políticos se llenaron la boca en la campaña electoral asegurando que darían una respuesta decente y prioritaria al hecho incontestable de que hay niños que no comen lo que necesitan. Indecente resulta descubrir que no hay dinero para estos menesteres porque está gastado todo en el servicio de julio. ¿Qué pensaron, que los estómagos de los niños vacacionan en agosto?
