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Mas buscaba la bendición de Roma

Siento curiosidad por los asuntos vaticanistas, tal vez sea por mi formación, tal vez por la curiosidad por el papel de la Iglesia en la Historia. De Juan XXIII y Pablo VI a Juan Pablo I (Albino Luciani) transcurrió un tiempo en los sesenta de primavera en la Iglesia católica, con el paréntesis pendular en los noventa, de la contrarreforma teológica de Juan Pablo II y Benedicto XVI, a los actuales tiempos del actual papa Francisco que lanza un mensaje verdaderamente evangélico, acorde con la doctrina social de la Iglesia e incluso con los nuevos mensajes y formas de la política de izquierdas.

Nos cuenta el periodista Miguel Ángel Aguilar que un colega suyo alojado como corresponsal en Roma, afirmaba que a Pietro Parolin, secretario de Estado de la Santa Sede le esperaban los secesionistas de la Generalitat, los de la lista del Junts pel Sí. Mas se las prometía muy felices intentando lograr un apoyo del Estado Vaticano para el nuevo supuesto Estado fantasmal en Europa, logrando tal vez la bendición, tratando con el antecesor del actual prelado Tarsicio Bertone, gran amigo de Enric Juliana, director de La Vanguardia y también vaticanista.

Afirma nuestro periodista habitual de El País, que el gobierno de Mas llevaba más de un año intentando desde el Palau de la plaza San Jaume, la designación de un prelado de la cuerda independentista para la sede episcopal en Roma. Pero Roma, y más el actual pontífice que como jesuita sabe de la máxima ignaciana que dice «en tiempos de tormenta, mejor no hacer mudanza», prefirió esperar y mantener en el cargo al arzobispo Lluís Martín Sistach, que presentó su dimisión hace tres años al cumplir los 75, como administrador apostólico de la Archidiócesis.

Tratamos por último de un punto tangencial a las pretendidas bendiciones vaticanistas de Mas y su nuevo Estado. Se trata de la condición de copríncipe de Andorra que recae en el obispo de la Seu d´Urgell. Sucede que por parte de Francia su homónimo es el presidente de la República y que el Vaticano parece dispuesto a liberar al obispo de tal función. La eventualidad de que el título de copríncipe recayera en el Rey de España, ya ha suscitado la pretensión del actual inquilino de la Generalitat. En Andorra ya han rechazado que esto sea así y como resultante de la operación se ha producido una aceleración del estado vecino con el Reino de España. Andorra tiene 70000 habitantes y recibe 8.000.000 visitantes que entran por la frontera española. Que dejara de serlo con una Cataluña fuera de la Unión Europea sería una catástrofe sin precedentes. Ahora ya sabemos que Mas quería un obispo independentista en Barcelona, ser copríncipe de Andorra y además la bendición vaticana. Nada menos.

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