Mientras en España da comienzo la campaña electoral para que la ciudadanía pueda manifestar libremente sus preferencias políticas entre un ramillete de partidos esta vez más abierto que en anteriores consultas, resulta que a miles de kilómetros de la Madre Patria una de sus hijas emancipadas, de nombre Venezuela -dicho sea sin ánimo de violentar al pacífico Maduro, por lo de la Madre Patria, digo-, celebra hoy elecciones. Y aunque parezca todo igual entre los dos países de habla española todo es muy diferente. El pueblo venezolano lleva de 17 años sufriendo el «chavismo», un régimen hecho a la medida de un caudillo militar, Hugo Chávez, que se hizo a la medida de su propio delirio: implantar en Venezuela (y después en toda Latinoamérica) una utopía demagógico-populista de izquierdas, trufada con tintes indigenistas, discursos de Fidel Castro, perfumes anticoloniales, chándal, libertad de expresión «Aló Presidente» y un odio feroz por la verdadera democracia y la libertad. No en vano intentó un golpe militar en 1992 del que ahora nadie quiere acordarse, muy distinto a si el golpista hubiera sido de derechas. En la nueva republica bolivariana creada por el militar golpista se volvía a oír aquello de «Patria o muerte» gritado por los que siempre abominan de la patria y jamás están dispuestos a morir por ella, pero les gusta como lema en una camiseta porque resulta progre y revolucionario de salón, máxime si lo acompañas con boina Che Guevara.

Las semejanzas entre las elecciones de Venezuela y España no existen. Mientras en nuestro país tenemos la certeza de que la campaña electoral se desarrollará dentro de los parámetros de una democracia madura, Maduro ha diseñado unos comicios aterradores para quien no piense como él; una campaña nada democrática ni libre. Hace unos días, en plena campaña electoral, era asesinado a tiros el político opositor Luís Manuel Díaz mientras celebraba un acto junto con Lilian Tintori, mujer del líder opositor Leopoldo López, condenado a 14 años de prisión por el régimen bolivariano de Maduro. ¿Imaginan algo así en España, Francia o Alemania? Y para que todo sea lo que realmente parece el Consejo Nacional Electoral que controlo Maduro ha prohibido la presencia de observadores de la OEA y de la Unión Europea porque Venezuela es una democracia madura (de Maduro) y no necesita observación. Por eso invita como observador especial al supervisor de nubes, nuestro expresidente José Luís Rodríguez Zapatero, quien junto al gran amigo que fue de Chávez, el también expresidente de Panamá, Martín Torrijos, darán lustre y fe de la bondad de los comicios. El gran Maduro no es tonto, sabe muy bien a quién conviene invitar y a quién no. Luego les regalará un chándal firmado a sus dos ilustres observadores. Cuánto trabajo da la expresidencia, expresidente. Patria o muerte.

Pero las diferencias entre ambos procesos electorales no acaban con esas deliciosas anécdotas que les he relatado. Hay más. Resulta que el machote de maduro, en un arrebato de dignidad patriótica tan cara a los dictadores latinoamericanos de fiero bigote y aseado chándal paramilitar, en un gesto de auténtica democracia avanzada, está dispuesto a echarse a la calle con la ayuda del pueblo y de los militares si pierde las elecciones. Y como decíamos ayer que el régimen chavista era una democracia madura gracias a Maduro, no necesita observadores internacionales independientes (menos ZP y Torrijos). Al fin y al cabo también cualquier dirigente europeo o estadounidense saldría a la calle acompañado del pueblo y de los militares si perdiera las elecciones. Patria o muerte.

La pregunta que quizá se hagan ustedes dos es lo que piensa de todo esto Podemos, tan devotos ellos y ellas del régimen de Chávez. Porque la cuestión no es baladí; Podemos se presenta a las elecciones españolas y convendría saber qué opina al respecto y si cree que las condiciones en las que se desarrolla la campaña electoral en Venezuela son las mismas o mejores que las de España. La respuesta de los herederos del 15-M es necesaria. Como necesario es que el movimiento 15-M tenga en la Puerta del Sol una placa conmemorativa según ha decidido la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, con el apoyo del PSOE y Ciudadanos. Una atracción que deben visitar los turistas tras contemplar el «dos de mayo» de Goya que también ocurrió en la Puerta del Sol. Y para mejorar el turismo en la capital del Reino sugiere su alcaldesa una campaña que fomente el juego del bridge entre amigos, amigas, desconocidos y desconocidas. Imaginen si la ocurrencia hubiera sido de Ana Botella, machacada literalmente cuando dijo de Madrid lo de «relaxing cup of café con leche»; que mala leche se le puso a muchos de los que ahora callan la elitista boutade de Carmena. Pero hay más; Carmena propone en París un concurso de recogida de colillas para los niños de Madrid (me parece que no dijo niñas). Me gustaría contemplar la atónita mirada de los turistas jugando al bridge en los salones de sus hoteles de lujo mientras los niños recogen las colillas. Qué estampa más navideña, solo falta Dickens. Cuánta paciencia hay que tener y cuánta ocurrencia que soportar. Anoten los días 6, 20 y 28 de diciembre. Los dos primeros por las elecciones, ¿y el otro?: los Santos Inocentes. Parece que a algunos y algunas el paso de los años no les hace madurar, menos a Maduro.