Creo que hace algún tiempo hice alguna columna, son muchas, muchas, con título similar o parecido, pero también creo recordar (perdónenme si cometo semejante tropelía?) que jamás ha vuelto a tener tanto significado este término como el que ahora puede que recobre, en esta inmensidad del océano que es el final final de julio de este increíble 2016. Desde luego el año está pasando como Atila Rey de los Hunos, arrasando y devastando hasta la hierba bajo nuestros pies, en todos y cada uno de los sentidos. Malos y buenos. A mí, personalmente me está deparando sorpresas que no esperaba, alguna de las más bonitas que he tenido en años de mi vida? esperanzas de que posiblemente mi escepticismo sobre tantas cosas no era la mejor fórmula y quizás no era tampoco la solución? pero al país, a nuestra tierra y a los que me rodean en las dos ciudades que cohabito y habito de salto de AVE en salto? desde luego les está pasando una factura bien notable. Este año a poco que nos descuidemos va a dejar en «mantillas» los límites de la ciencia ficción, una suerte de quimera que ya con los Pokémon habitando nuestras calles me ha dejado al límite del paroxismo cerebral, jejeje... Es salir de casa y entre portadas de periódicos que parecen sacadas de la caja de la risa, o de una pesadilla tipo «el día de la Marmota» con bucle suicida incluido de protagonista? pues lo dicho, es salir y toparte con alguien parado debajo de un coche agazapado, o cogido prácticamente a una palmera y no te digo alguno que hasta ha parado el tráfico a pleno pulmón? porque, chica, de repente un pequeño bichejo virtual te ha salido en la ginkana de la aplicación móvil? tela marinera? Y yo que creía que lo había visto todo, todo, todo? pues no. Pero, por si fuese poco, como dice mi buen amigo Domingo Luján, «lo mejor está por venir siempre, hija...» desde su hotel codiciado por estrellas y famosos, encima del agua y con una paz que levanta espíritus dormidos como pocos? el filósofo más encantador de la hostelería de la ciudad de Alicante siempre tiene salidas para todo. Pero no deja de tener razón, en absoluto. Se nos acercan tiempos de cachondeo general. Podría hablar aquí de fiestas (la de Impulse ha sido de escándalo, como son ellos mismos y su revista divina como pocas...) pero la verdadera fiesta es este ejercicio de supervivencia que cada día se antoja reivindicando las letras de Gladiator, es decir, las de esa Legio Septima Gémina que se perdió en los bosques de bárbaros de la Germania para no volver. Estas palabras parece que deberían ser las verdaderas protagonistas de tantos que siguen y seguimos sin entender qué leche está pasando en España. Mientras la inquietud se apodera de la economía, la incertidumbre de la vida política y la duda entre los ciudadanos... La verdad verdadera es que el país navega en la desidia, y esto, lo he de confesar, además de tener cero estilo, lo peor es que tiene cero futuro. El otro día asistía en Mérida a la representación maravillosa de Aquiles, el Hombre y, además de maravillarme su adaptación de texto, su escenografía y el increíble elenco de actores, lo que más me sorprendió es la verdadera historia política que esconde esta historia de Troya, Aqueos, Ulises, héroes, esclavas, muertes de Héctor, Patroclo y Aquiles, traición de Agamenón (el tirano cobarde) o rapto de Helena a manos de Paris (origen de toda la guerra? o no?). Lo que verdaderamente me soflamó fue la sensación de modernidad, de reivindicación de justicia, de principios, de ideales y de pensamiento que destila cada línea del texto adaptado. Por eso, Fuerza y Honor es quizás el único grito que hoy, entre «Pokemones» que devastan cerebros ya vacíos de tanta estupidez, me pone lo suficiente como para escribir de ello, eso que es como los «black panthers» la palabra Libertad. Futuro en sí mismo. Feliz domingo. Que ya llega agosto, y el «largo y cálido verano» de esperanza. O eso espero?