Desde hace tiempo la sociedad española vive inmersa en una mediocridad política y parlamentaria como nunca antes se había conocido. Lejos quedan aquellos ilustres políticos de la palabra y del consenso como Miguel Herrero y Rodríguez de Miñón, Miquel Roca, Felipe González o Santiago Carrillo, por enumerar algunos, y que pusieron antes el interés general de España que el suyo propio. También está en ese grupo el expresidente Suárez. Me lo van a permitir, pero echo en falta gobernantes y políticos que no mientan, que digan la verdad y que tengan la capacidad negociadora de aquellos que posibilitaron una transición democrática serena y ejemplar.

Los ciudadanos hemos sufrido, durante los últimos años, los avatares de una crisis financiera y económica, así como también unas medidas de austeridad impuestas desde la Unión Europea y ejecutadas por el Gobierno del PP que ha empobrecido de manera severa al conjunto de nuestra sociedad. Esta crisis, junto a los desafíos de la globalización, ha hecho que la socialdemocracia en Europa, pero también en nuestro país, se haya visto superada por los populismos más rancios y/o más radicales. Son momentos de replantearse el papel de la socialdemocracia, el compromiso de los ciudadanos y el esfuerzo que todos debemos hacer para conseguir de este país un lugar donde merezca la pena vivir. Es necesario que la mediocridad no se instale permanentemente entre nuestra clase política y parlamentaria, que las instituciones democráticas sean vistas por la gente como válidas y útiles, que la sanidad y la educación sigan teniendo el prestigio y universalidad que siempre han tenido, y que la justicia no esté ni politizada ni mediatizada.

Por otro lado, que Susana Díaz esté inmersa en un proceso interno como candidata a la secretaría general del PSOE es una buena noticia para aquellos que demandamos un liderazgo fuerte, mayoritario y ganador en el terreno de la social democracia española. Las primarias socialistas no pueden servir sólo para ganarle al compañero en clave interna, ni para tener como único objetivo el de pactar con radicales o independentistas. Deben servir -las primarias- para ganarle a la derecha. Y Susana Díaz ya lo ha hecho en Andalucía. Desde ZP, el partido socialista se ha visto inmerso en un declive electoral que llegó a su peor resultado con Pedro Sánchez, tanto el 20D de 2015 (90 diputados) como en junio de 2016 (85 diputados). Estos resultados evidencian la necesidad de un nuevo liderazgo que haga del PSOE un partido ganador frente a la derecha. Los socialistas españoles, con carnet o sin carnet, siempre nos acordaremos de las medidas tomadas por el expresidente González o por el expresidente Zapatero y que posibilitaron un avance en los derechos individuales y colectivos de los ciudadanos. Forjaron e impulsaron el Estado del Bienestar, aunque ahora el documento programático presentado por Pedro Sánchez diga que los planteamientos de los expresidentes socialistas están agotados (hace sólo unos meses eran su referente político). Y nos acordaremos de Felipe y de José Luis (González y Rodríguez Zapatero respectivamente) porque fueron líderes ganadores, de un proyecto mayoritario y con un relato socialista ganador; también es verdad que ambos tomaron decisiones equivocadas. Pues bien, si al declive electoral se le une la división interna originada por un liderazgo de exclusión más que de unión, es fácil adivinar la necesidad que el partido socialista tiene de elegir a alguien que ya haya ganado al PP, con un relato socialdemócrata claro y alejado de populismos radicales.

A un líder se le exige generosidad, altura de miras, y poner el interés de España y del partido por delante del interés personal. Actuar de manera diferente es dañar innecesariamente la imagen del PSOE. El partido socialista necesita recomponer la quiebra creada, unir y sumar, volver a la senda de la fortaleza electoral y en esa tarea no puede ni debe estar al frente quién durante su mandato hizo lo contrario. El PSOE no necesita acercarse hacia ninguna frontera radical o comunista, ni tampoco necesita un líder que hoy esté por una abstención para salir del bloqueo institucional y luego diga No, que hoy pacte con Ciudadanos y mañana quiera hacerlo con los radicales y los independentistas (el acuerdo con Ciudadanos no reflejaba ni la derogación de la reforma laboral del PP ni la ley Mordaza), que ayer diga «a» y mañana lo contrario. Lo mejor para España y para el PSOE es la candidatura de Susana Díaz como lideresa socialista, ya que es una baza segura para ganar el espacio socialdemócrata en nuestro país y para derrotar al Partido Popular. Lo contrario es el caos, el enfrentamiento, el odio y el rencor. Ni más ni menos.