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Análisis

Javier Prats

Morir de inanición

Cuando una persona tiene problemas de sobrepeso que pueden dañar su salud, se impone una drástica dieta, lógicamente bajo supervisión facultativa

El principal escollo endémico que sufre nuestra economía ha sido y es la alta tasa de paro -incluso en tiempos de «barra libre» el desempleo estuvo muy por encima de países de nuestro entorno- hipotecando el futuro no sólo de los jóvenes, sino de cualquier franja de edad. Hoy en día, en España, un empresario no contrata a un trabajador mayor de 40 años. No digamos nada si tiene más de 45 o 50: está muerto para el mundo laboral. Eso sí, se van por la mano de obra más joven -cada vez más cualificada- para pagar sueldos miserables o provocar que a los 40 años, con pareja y dos hijos, sigas siendo un becario más que prometedor. Solución para la juventud, huir de un país donde aquel dicho de Miguel de Unamuno se sigue cumpliendo: «Que inventen ellos». Nuestros sucesivos gobiernos han despreciado la investigación por sistema. Sólo nos ha interesado hacer dinero fácil a base de convertir nuestro territorio en el geriátrico de Europa. No es de extrañar que se nos conozcan fuera como unos derrochadores, campeones de la corrupción y de la elaboración del ladrillo, aparte de nuestro conocido eslogan de toda la vida: sol y playa.

En este último año ha habido un ligero descenso del paro, que incluso la directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Christine Lagarde, reconoce que se debe a los «enormes sacrificios» realizados por los ciudadanos. Sobre todo, añadiría yo, por la clase media. En el mismo paquete, sin duda, hay que meter a las pymes. Lagarde aboga por la estabilidad financiera y económica y continuar por el mismo camino. «Para que haya estabilidad tiene que haber confianza, y la confianza está basada en previsibilidad y certidumbre», matiza. Lagarde, como siempre, es redundante y no aporta nada nuevo, ¿quién no necesita certidumbre en cualquier aspecto de la vida, no sólo en lo económico?

Ahora, cuando desde el Gobierno de Rajoy nos venden que nuestro PIB va a subir un 2% para el 2015, uno se pregunta cuánto debería aumentar el Producto Interior Bruto para absorber la larga lista de parados. Acaso ¿crecer un 7 u 8 %? Salvo China, que tampoco, me parece inviable.

Lo realmente triste es que pese a todos los sacrificios realizados por los países del sur, el nuestro en primera línea, desde el Eurogrupo se pida más ajustes a España para cumplir con el déficit del próximo año. Los sesudos analistas calculan que estará en el 4,6%, cuatro décimas más que lo ordenado por la cancillera Merkel. ¿Qué tenemos qué hacer ahora? Otra reforma laboral -fue el cambio de las reglas en pleno partido para millones de trabajadores y un verdadero golpe de estado encubierto- para que los empresarios puedan seguir despidiendo a dos euros y contratando a 1,5. Pues sigamos por este camino, que lleva a la ruina a millones de familias. Y alentemos la economía sumergida -en Elche somos expertos- para que al final de nuestra vida laboral no hayamos cotizado ni un tercio de lo trabajado.

Si hay alguien que alienta a partidos como Podemos estos son las instituciones europeas incapaces de sacar a Europa de la recesión. La única manera de combatir movimientos populistas y extremistas es crear empleo de calidad, es decir, con sueldos dignos. No es presentable que desde las empresas se quiera reducir costes a base de recortar emolumentos. Así no se sale del atolladero. De esta manera va creciendo la bola de nieve de la insatisfacción ciudadana para que formaciones como la de Pablo Iglesias lleguen al poder sin un mínimo desgaste.

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