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Prensa y humanismo cristiano

En la muerte del periodista católico François Régis Hutin

Ha fallecido François Régis Hutin, ex presidente-director general del periódico "Ouest-France". Tenía 88 años y era natural de Rennes. De joven, tras haber estudiado Letras y Sociología en La Sorbonne, pensó que podía colaborar en la gran obra evangelizadora emprendida por el episcopado francés en 1941 bajo el nombre de Misión de Francia, e ingresó en el seminario de Lisieux.

Decía el teólogo Henri de Lubac que "si las civilizaciones industriales son naturalmente ateas, las civilizaciones agrícolas son también naturalmente paganas. La fe en el verdadero Dios es siempre una victoria". Era lo que estaba sucediendo precisamente en la Francia de entreguerras. Y el proceso de descristianización de la sociedad rural, al igual que la urbana e industrial, requería una intervención bien pensada, estructurada, coordinada e ilusionada por parte de la Iglesia.

Con esa finalidad, se creó un seminario en Lisieux. En él se formarían los que quisieran prepararse para ser sacerdotes al servicio de la Misión de Francia. Y allá se fue el joven Hutin. Pero sólo permaneció un par de años, pues se sentía llamado al apostolado, pero no al sacerdocio. Cuando salió, se enroló en la Marina, y navegó en barcos de Messageries Maritimes y de la Nouvelle Compagnie Havraise Péninsulaire.

La singladura por los océanos Índico y Pacífico lo unió con vínculo irrompible a las gentes del mar. Visitó lejanas tierras, pero no se le abrieron nuevos horizontes, pues François llevaba dentro al misionero. Era su segunda naturaleza. La amplitud estaba en su alma. Lo que los viajes le aportaron en realidad fue el contacto directo con la pobreza en la que vivían los habitantes de remotos y exóticos cantiles, a los que, posteriormente, daría voz en las páginas del periódico.

A él, como a tantos escritores, la vastedad del piélago le afinó la visión, los largos períodos en altamar lo hicieron más reflexivo aún, y la prolongada convivencia, a bordo, con otros marineros, lo habilitó para la amistad, la camaradería y el trabajo en equipo. Cuando, años más tarde, acometió la empresa de transformar el gran periódico que le cupo en suerte dirigir, definió así la operación: "Ha sido como cambiar el motor de un Boeing mientras sobrevolaba el Atlántico". Y para denunciar la desaparición de miles de vietnamitas en el mar de China, que huían de su país para salvar la vida, en 1979, puso este gran titular en la primera página del diario: "¡Entre el cielo y el agua, un crimen!".

La contemplación del cielo y del mar, además de procurarle deleite estético, agudizaba aún más el elevado sentido moral que le era connatural. En 1961 entró como periodista en "Ouest-France", el diario que fundó, en 1944, su padre Paul Hutin-Desgrées, junto a François Desgrées du Loû, y del que François Régis llegó a ser presidente-director general.

"Ouest-France", con mil trescientos trabajadores, es el sucesor de "L´Ouest-Éclair", creado en 1899 por Emmanuel Desgrées du Loû y el sacerdote Félix Trochu. Ambos periódicos nacieron bajo la inspiración de la Doctrina Social de la Iglesia. Se distribuyen diariamente cerca de setecientos mil ejemplares de "Ouest-France" y su edición digital cuenta con sesenta y cinco millones de visitas al mes.

Ha sido desde su creación un periódico declaradamente católico. Lo que no ha constituido un obstáculo para su existencia y amplia difusión. Al contrario. Los lectores se han mantenido fieles a él precisamente por eso, porque además de haber estado bien gestionado, ha perseverado en su línea editorial de siempre: la del humanismo cristiano. Y es que el chaqueteo en lo referente a los principios religiosos y políticos no es del gusto del abonado a un periódico que se haya caracterizado por la seriedad en la información y en la opinión, y lo penaliza con la cancelación de la suscripción en cuanto aparece el menor atisbo de oportunismo ideológico y de traición a los principios fundacionales.

Por otra parte, las cifras arriba mencionadas acreditan que un periódico puede ser católico, moderno, de calidad, rentable y exitoso. Incluso en Francia, solar de la laicidad. Y en ese país de las libertades, el presidente-director general de uno de los diarios francófonos más difundidos, para el que escribía cada sábado una tribuna, dejó firmada la que debería ser publicada "post mortem". Éstas eran las palabras conclusivas, con las que se clausuraba una trayectoria periodística formidable: "Cierro mis ojos con emoción a las bellezas de la creación, que evocan la plenitud hacia la que me dirijo, porque yo creo que voy ´Ad Deum qui laetificat juventutem meam´. Al Dios que alegra mi juventud. A Aquel al que entrego mi espíritu. ´In manus tuas domine commendo spiritum meum´".

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