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Tribuna

La resurrección del PSOE

El socialismo español cerró ayer su ciclo más negro, en el que se desplomó hasta su suelo electoral y se desangró en una cruenta batalla interna, que parecía comprometer su futuro para muchos años. Con cerca del 29 por ciento de los votos, 37 diputados más que en 2016, el PSOE resucitó como partido de Gobierno, en una trayectoria paralela a la que llevó a Sánchez de la renuncia al escaño, y el alta en la oficina de empleo, a recuperar el liderazgo.

Los socialistas, que dejan atrás un precario Ejecutivo de corta vida, dependerán de un ejercicio continuo de pactos, pero ahora con la tranquilidad de que los números llegan hasta dónde antes no alcanzaban. Y con el añadido, cómodo, de que incluso podrá elegir posibles combinaciones a ambos lados para sumar, una vez que Albert Rivera, sin tardar mucho, reconsidere la inutilidad de mantener el veto al PSOE del que hizo bandera durante la campaña.

Además de los favorecedores resultados globales, lo que ayer arrojaron las urnas refrenda la posición de los socialistas en Cataluña, el punto más caliente de la política nacional. El ascenso del PSC de siete a doce diputados, hasta convertirse en la segunda fuerza en la comunidad autónoma, es un espaldarazo a la disposición a abrir cauces de diálogo con el soberanismo más pragmático, que ahora encarna ERC, la fuerza catalana con mayor representación en el Congreso. El secesionismo, cuya concurrencia puede ser necesaria en ocasiones para los socialistas, queda privado de su capacidad de extorsión, lo que es un alivio para el PSOE.

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