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Sí, me quiero

Se conoce como «sologamia» a una nueva tendencia (o moda) que consiste en casarse con uno mismo; el fenómeno surgió en los Estados Unidos y se fue extendiendo por todo el mundo, desde los USA a Taiwan, de Australia a Europa, sin que España escape a esta moda. Italia destapó la moda: la ceremonia de Laura Messi , una italiana de 40 años que, tras toda una vida practicando la sologamia decidió contraer matrimonio consigo misma. Fastuoso banquete, 70 invitados, tarta coronada con una sola figurita femenina en traje de novia? y el hecho se convirtió en viral en las redes sociales recorriendo el mundo. En una entrevista, la italiana comentó que su intención era dejar claro que, más allá de la «pizca de locura» necesaria para organizar un evento de este tipo, lo que quería era mandar un doble mensaje a los suyos; «Antes que nada debemos amarnos a nosotros mismos, se puede vivir un cuento de hadas sin príncipe azul»; otro italiano, de la misma edad, repitió la experiencia reuniendo a los suyos en Nápoles para celebrar unas nupcias sológamas, y en la ceremonia se expresó de esta guisa: «Nunca amaré a nadie como a mí mismo, el amor a uno mismo es lo más grande que puede pasarle a un ser humano, porque solo amándose a uno miso puede alcanzarse la tranquilidad interior». ¿Narcisismo? ¿Falta de autoestima? ¿Satanización de la pareja? Esta y otras muchas reacciones se están produciendo ante el fenómeno, que uno no puede catalogar sino como algo patológico, con un destacado imperio del ego y un desprecio absoluto a las formas de convivencia conocidas, desde la pareja homo o heterosexual, hasta la figura del single que no es sino la persona que decide desarrollar su vida en solitario. Se pone de manifiesto, además, un marcado egoísmo al elevarse a sí mismo como centro vital, y al hacer del individualismo doctrina. Pero llama la atención que el fenómeno, la moda de la sologamia afecta especialmente a mujeres; la independencia y la cada vez más conseguida equiparación al hombre, unidos a la libertad sexual y a colocar la maternidad en segundo término, permite a las mujeres decidirse por esta opción, a todas luces exhibicionista, mucho más que a los hombres. ¿No será realmente que esas mujeres añoran el amor romántico y el quererse a sí mismas, boda y anillo incluidos, no es sino la opción B del matrimonio convencional? Se dice que no existe estado perfecto, a lo que yo añadiría que el estado perfecto es aquel que se elige libremente y en plenas facultades mentales y físicas. Naturalmente que solo se puede opinar desde la experiencia personal, pero qué duda cabe que la observación del entorno también permite opinar, a veces con mucha más objetividad que estando en el ojo del huracán.

En España existen casi cuatro millones de hogares compuestos por una sola persona, y se calcula que en el 2030 se llegará a los cinco millones; y esa soledad que hasta hace pocos años era sobrevenida en la mayoría de los casos, bien por viudedad o bien por el divorcio, va ganando posiciones en la soledad elegida, al placer de estar y vivir solo. Y llegará el día en que la facilidad de encontrar un empleo bien remunerado, que permita una vida cuando menos holgada y sin estrecheces económicas, hará aumentar los casos de viviendas ocupadas por un solo individuo, desterrada la satanización todavía actual de aquel o aquella que, superada una edad, no elige la opción de vivir en pareja. Así que la moda de contraer matrimonio con uno mismo, en acto público y repitiendo los tics de una boda tradicional, me parece -además de una frivolidad- una forma de abrazar los convencionalismos de los que se quiere huir, pretendiendo hacer de la extravagancia virtud.

La Perla. «Amarse a uno mismo es el principio de una historia de amor eterna» ( Óscar Wilde).

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