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Gerardo Muñoz

Momentos de Alicante

Gerardo Muñoz

Un bofetón que resonó por toda Europa

El 26 de diciembre de 1924 José María Carretero Novillo estaba llegando al edificio de París donde tenía arrendada una habitación cuando le salió a su encuentro un hombre vestido con traje no tan elegante como el suyo, de mirada iracunda, que le increpó en español al mismo tiempo que le daba una sonora bofetada en el rostro. Aun no se había recuperado de tan desagradable sorpresa, cuando recibió otro bofetón.

José María conocía a su agresor, que era veinticinco centímetros más bajo y mucho menos corpulento que él. Pero, pese a ser un experto espadachín de duelos, no respondió al ataque y huyó corriendo hacia el portal del edificio. Denunció la agresión y un año después se celebró el juicio ante un tribunal parisino, que sentenció al acusado a pagar un franco como multa y otro por daños y perjuicios. Fue un proceso judicial famoso no solo en España, sino en media Europa. No en vano el poeta alicantino Salvador Sellés escribió que aquel bofetón «resonó por toda Europa».

José María era un escritor y periodista cordobés que entonces tenía 36 años. Firmaba muchos de sus trabajos con el seudónimo de El caballero Audaz. Como periodista entrevistaría a numerosos personajes célebres en las décadas de 1920 y 1930: Adolf Hitler, Benito Mussolini, León Trotski, Manuel de Falla, Rubén Darío, Margarita Xirgú? Como escritor, sus novelas eróticas tuvieron muchísimo éxito y le dieron celebridad. En enero de 1926, la Audiencia de Madrid le condenó por pornográfico. Durante la Guerra Civil participó en la organización de la quinta columna en Madrid, difundiendo bulos que alimentaban el derrotismo. Murió en 1951.

El hombre que le agredió en París el día siguiente de la Navidad de 1924 era a la sazón secretario del famoso escritor y periodista valenciano Vicente Blasco Ibáñez. A este había insultado El caballero Audaz en un folleto. Se llamaba el agresor Carlos Esplá Rizo, había nacido en Alicante el 23 de junio de 1895 y era también periodista.

Cuando tenía quince años, Carlos publicó su primer artículo en el periódico alicantino «El Liberal». En 1913 cofundó «El Luchador» junto con los hermanos Botella y sus dos maestros republicanos: el doctor Antonio Rico y el poeta Salvador Sellés. En este diario popularizó su seudónimo Valentín Carrasco. Un artículo suyo en el que acusaba de corrupción y traición al fundador del Partido Reformista, Melquíades Álvarez, se reprodujo en toda la prensa republicana de España.

En 1915 fue procesado y encarcelado por denunciar en un artículo los latrocinios cometidos en el ayuntamiento alicantino. La Audiencia le absolvió de los cargos, pero el 11 de julio de 1916 fue desterrado durante cuatro años a Valencia por otros artículos suyos.

Le dolió abandonar Alicante porque dejaba a una madre viuda y enferma, que moriría el 17 de julio de 1918. Pero, como escribiría luego su maestro Sellés, «hay destierros que los firma la Divina Providencia», porque para Carlos aquel castigo fue al cabo un giro venturoso en su vida.

En Valencia trabajó como redactor de «El Pueblo», fue secretario de Vicente Blasco Ibáñez y presidente de la Juventud Republicana. En 1922 ingresó en la Logia Regional de Levante, tomando el nombre simbólico de Gorki.

Marchó a París como corresponsal de «Las Provincias» el 12 de marzo de 1923. Fue para tres meses, pero se quedó siete años. Allí trabajó por los ideales republicanos mientras en España imperaba la dictadura de Primo de Rivera. Participó en varias conspiraciones, como la que le llevó a Valencia con José Sánchez Guerra en 1929, que terminó en un rotundo fracaso.

A partir de 1925 comenzó a colaborar con periódicos catalanes, como «La Vanguardia», valencianos como «El Pueblo», alicantinos como «El Luchador», «Diario de Alicante» y «El Día», y madrileños como «El Heraldo de Madrid», «El Liberal» y, desde mayo de 1929, «El Sol», del que sería corresponsal en Europa. También colaboró con «Hojas Libres», el periódico opositor a la dictadura que Eduardo Ortega y Gasset dirigió en Hendaya. Alcanzó un gran renombre internacional como periodista.

Se casó en París en junio de 1926 con su novia desde hacía diez años, la alicantina Rosa Farga, hija del que fuera director de Electra Alicantina, fallecido hacía poco en Barcelona.

El «Heraldo de Madrid» le dedicó un reportaje en agosto de 1927 y, en diciembre del año siguiente, el Círculo Republicano de Benalúa le tributó un homenaje, a propuesta de «El Luchador», que el 15 de dicho mes sacó un número especial con artículos que hablaban de él en sus dos primeras páginas. Estaban firmados, entre otros, por Rafael Altamira, Miguel de Unamuno, Marcelino Domingo, Rodolfo Llopis, Eduardo Ortega y Gasset, Indalecio Prieto y Salvador Sellés.

El 24 de mayo de 1930 regresó a Alicante. Al día siguiente fue homenajeado con una comida íntima en el Hotel Samper.

En Ginebra fue elegido, en septiembre de 1930, vicepresidente de la Asociación Internacional de Periodistas, entidad que agrupaba a los corresponsales destacados ante la Sociedad de Naciones.

A principios de 1931 abandonó «El Sol» tras la marcha de su propietario, Nicolás María de Urgoiti, y en marzo decidió volver definitivamente a España. El 14 de abril, en Alicante, proclamó oficialmente la República como nuevo gobernador civil. En junio, en el momento más difícil de las relaciones entre el Gobierno de la República y la Generalitat de Cataluña, aprovechando que había convivido en París con Maciá y Casanova, fue nombrado gobernador civil de Barcelona, en sustitución de Companys. Dimitió al cabo de unas semanas para presentarse por Alicante a las elecciones constituyentes. Fue elegido diputado y poco después se integró en el partido azañista de Acción Republicana. Al hacerse cargo Azaña de la jefatura del Gobierno, Carlos fue nombrado subsecretario de Gobernación. Fue también presidente de la Comisión de Transferencias del Estatuto de Cataluña.

En los pasillos del Congreso, intercambió unos puñetazos con otro diputado, apellidado Jiménez, en diciembre de 1931.

No logró revalidar su acta de diputado en las elecciones de 1933 y en enero del año siguiente fue procesado por un artículo publicado en «El Luchador» en el que atacaba al gobernador civil alicantino. Estuvo en libertad condicional bajo fianza de 2000 pesetas, que fueron pagadas por suscripción popular.

Colaboró con Azaña en la creación de Izquierda Republicana y fue director del diario Política.

En las elecciones de febrero de 1936 fue nuevamente elegido diputado por Alicante. En mayo, tras la llegada de Azaña a la presidencia de la República, fue nombrado subsecretario de Presidencia.

Tras constituirse en septiembre de 1936 el primer gobierno de Largo Caballero, fue nombrado secretario general del Consejo de Ministros y, en noviembre, formó parte del segundo gobierno del dirigente socialista como ministro de Propaganda.

En mayo de 1937, el nuevo presidente del Gobierno, Negrín, le nombró subsecretario de Estado para que siguiera al frente de las actividades propagandísticas.

En Barcelona, fue elegido en mayo de 1938 vicepresidente de Izquierda Republicana.

Al finalizar la Guerra Civil se exilió en París, pero muy pronto marchó a México, tras una breve estancia en Argentina. En España fue condenado en ausencia a treinta años de cárcel.

Colaboró en México en la organización de asociaciones republicanas españolas, escribió varios libros y trabajó como traductor para diversas editoriales. En 1950 entró por concurso en el cuerpo de traductores de las Naciones Unidas, viviendo en Washington, Nueva York, Guatemala, Ginebra, La Haya, París y México.

Murió en México el 6 de julio de 1971, tras sufrir una larga depresión. Sus restos se encuentran en el Panteón Español de México.

En 2013, el Ministerio de Cultura adquirió en México un total de 27 manuscritos originales del periodista y político alicantino, que pasaron a depender del Centro Documental de la Memoria Histórica, ubicado en Salamanca.

www.gerardomunoz.com

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