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Qué habrá sido de los abrazafarolas durante el confinamiento. Incluso de las farolas, dando luz inútilmente para nadie en la noche triste, las calles muertas y ni un perro meando. Luz desperdiciada, farolas deprimidas. Inútiles. Y no abrazadas. No vamos de farol. Se le hacen pocas greguerías a las farolas. Incluso pocos poemas, escasas alabanzas. Casi ningún verso. Aunque Ángel González dijera que «La soledad es un farol certeramente apedreado» en su poema «Aquí me quedo» . No protestan las farolas. Si acaso se apagan o se funden. Más por desidia de la municipalidad que por voluntad propia. Hay que cambiarles las bombillas, que son su corazón o su alma, su cerebro o su socia fiel. Las farolas son hitos por los que guiarnos: me faltan veinte farolas para llegar a casa. Pero la gente prefiere las manzanas. Vivo a tres manzanas de aquí.

Hablar en manzanas es a veces la repera. Se hace más en Sudamérica, sobre todo en Argentina, que por estos lares. Lares es una palabra que también se emplea poco por estos lares. «Ellos que aman la luz porque su noche no tiene luna ni estrellas ni faroles», nos dejó dicho Cortázar, que nos ilumina desde una obra luminosa que se agiganta. A mí me ha fascinado siempre «La noche boca arriba», ese relato mítico suyo. Pero no soy muy original porque esa historia (ese giro) lleva fascinando a todo el mundo desde hará medio siglo. Lo leí por primera vez de adolescente en un libro de los que componían la colección RTVE de la editorial Salvat. Eran cien volúmenes y tenían la cubierta amarilla y el lomo como anaranjado. Esa colección la creó Fraga y se coló en miles de hogares de los españolitos de clase media. La colección, no Fraga, que si acaso se colaba en la tele dándose un baño en Palomares o hablando atropelladamente de alguna cosa, «ynotengomásquecir». En esa colección también estaban Cunqueiro, Poe o Larra. Y hasta Dashiell Hammett. El número uno, que la inaguraba era La tía Tula, de Unamuno. Debe ser gozoso leer bajo una farola, aunque algo incómodo. Las farolas son árboles mecanizados. La farola que parpadea busca compañía. La farola demente ilumina cuando aún hay sol. La farola resta fuerza a la noche. Un aforismo sobre las farolas puede iluminar un texto. Hacerlo ferolítico pero no farolítico.

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