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Marc Llorente

Ver, oír y gritar

Marc Llorente

Danza del fuego descontrolada

Muchas banderas que no tapan las vergüenzas y las carencias, y solemnes excesos para que los árboles no dejen ver el bosque de la incompetencia. Una torpe escenificación, un espejismo y una vuelta a las andadas en cuanto terminó la comedia en la Puerta del Sol, patrocinada por Díaz Ayuso. Las discrepancias entre ella, manejada por sus correspondientes titiriteros, y el Gobierno central amplifican la batalla política, donde la Comunidad de Madrid hace de su capa un sayo con la creciente pandemia, en perjuicio de esa población a la que dice defender la (aparente) presidenta. La alarma y la contienda siguen en sesión continua, en unos momentos que requieren unidad para salir de esta insostenible situación sanitaria, social y económica. Sanitaria en primer lugar, porque si eso mejora, mejora todo lo demás automáticamente.

Es lamentable que continúe todo así y con perspectivas de empeorar, y que se siga discutiendo sobre si las medidas de contención del virus deben ser más o menos estrictas en cuanto a movilidad se refiere. La batuta de Ayuso está desafinada. Y la orquesta del Titanic madrileño toca “La danza del fuego” descontroladamente. Las llamas rebrotan en una situación de emergencia que exige frenar la nueva escalada y volver a la desescalada con mayores garantías de éxito y durabilidad. Las medidas insuficientes no valen para tomar el control. Pero la señora Ayuso y compañía no quieren dar su brazo a torcer por puro y simple cerrilismo y para no dar impresión de derrota como si el problema fuese ese y no lo otro. De nuevo se ve que la acción política se convierte en peligro más que en beneficio. Así nos va.

Está bien que Sánchez no quiera imponer tutela, pero, dada la realidad actual, no es descartable intervenir Madrid y adoptar lo que sea necesario si Ayuso y su inefable jefe de gabinete, Miguel Ángel Rodríguez, persisten en sus altaneros errores. ¿No les entusiasmaba tanto a algunos la aplicación del 155 a la autonomía catalana? Respetar el criterio de la comunidad madrileña, sí, aunque hasta cierto punto. Si el Gobierno regional supone un serio problema y se mueve por intereses distintos a los de la salud pública, algo habrá que hacer. No cabe permitir que el coronavirus siga campeando a sus anchas y no poner en acción serios planes de contingencia en el lugar preciso, .

La presidenta recibió mil quinientos millones para la mejora de la crisis sanitaria. ¿Qué ha hecho? Nada verdaderamente útil. Bueno, sí. Casi un millón de euros anuales para abonar a la Iglesia por la asistencia religiosa en los hospitales madrileños. Mientras, la asistencia médica es deficiente y el deterioro de la sanidad pública galopa y corta el viento caminito del desplome. Una delirante actitud ideológica que solo favorece a unos cuantos en detrimento de los demás, incluso de muchos de sus votantes.

La colaboración entre las instituciones debe ser una norma alejada, por supuesto, de los intereses de partido, asunto que solo debería existir en otros ámbitos. El caso es que cada uno defiende una cosa, hay contradicciones y el malo siempre es el de enfrente. Si el enemigo es el virus, vale, pero demuéstrese con eficacia, no con la palabrería y el victimismo de los populares. Y no es que los demás hayan hecho o hagan los deberes perfectamente. Ahora bien, no olvidemos que Madrid acumula el mayor número de contagios y que eso exige medidas drásticas siempre con base científica, no política.

Ayuso utiliza la pandemia para organizar un juego de competición, un desafío o un chulesco intercambio de cromos con Sánchez. Decíamos en el anterior artículo que en boca cerrada no entran moscas. Ni saldrían las sandeces de tanto cacareo. Según el PP, la firme actitud del Ejecutivo central es “una cortina de humo” que pretende tapar la polémica por la ausencia de Felipe VI en el acto del Poder Judicial (que lleva dos años en funciones) celebrado en Barcelona. ¿La decisión la tomó el Gobierno pensando en proteger la Corona por las circunstancias especiales que se viven en Cataluña? Casado, por su parte, pone el énfasis ahí e intenta desviar la atención y echar un capote a Ayuso.

Las derechas ponen el grito de la sobreactuación en el cielo. No obstante, el Partido Popular no se altera por tener bloqueada la renovación de dicho órgano y de otras instituciones judiciales. Porque le interesa que no se asemejen a la realidad parlamentaria de hoy y beneficiarse de ello en las causas abiertas , que le dañan en los tribunales, como ya se ha visto.

No se puede asumir que este Poder Judicial pretenda seguir haciendo nombramientos en las diferentes instancias de la judicatura, y resulta exigible un cambio en la ley que neutralizara el capricho partidista.

Normal es que el conservadurismo y el progresismo palpiten en todos los campos. Lo que no es lógico es que la crispación desaforada e interesada sea la regla permanente en nuestro país. Y encima con la pandemia a cuestas. Decíamos en el anterior artículo que en boca cerrada no entran moscas. Ni saldrían las sandeces de tanto cacareo. O sea, que éramos pocos y saltan tensiones entre el Gobierno y el rey por la posible falta de “neutralidad política” de éste. Ya ven. La danza del fuego sigue descontrolada y prospera.

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