En este momento en el que tenemos la oportunidad de elegir quién nos lidere en materia de política científica, en el que la transferencia de conocimiento es cada vez más cercana a la Universidad, he de señalar que el programa electoral del candidato Pepe Cabezuelo,ha dado en la clave de lo que durante años venimos careciendo. La transferencia es una de las misiones que tenemos como universidad y, sin embargo, me he encontrado con colegas que no saben que es un artículo 83 y muchos otros que nunca lo han solicitado.
Gran parte de la comunidad universitaria opina que la transferencia es algo puramente económico, que solo sirve para autofinanciar a la universidad y que tiene poco valor académico. Se olvida que la transferencia es una obligación por Ley de la Universidad que permite que los conocimientos salgan del entorno académico para mejorar la sociedad. Si bien la universidad se beneficia de un nuevo método de reciclado, por poner un ejemplo, el verdadero beneficio se encuentra en su aportación a la sociedad, porque estamos hablando de que hay un residuo que ahora sí se puede reciclar.
Pero ¿quién se supone que debe realizar la transferencia?
El profesorado universitario, al igual que en la investigación, es el eje central de la transferencia realizada desde las universidades. De hecho, la Ley Orgánica especifica esta tarea como un derecho y una obligación del profesorado. Por tanto, la universidad debe, de alguna manera, favorecer que esta transferencia sea posible. En ese sentido las universidades disponen de unidades de transferencia que denominamos OTRIs.
En el caso de la Universidad de Alicante algo no estamos haciendo bien. Según los indicadores de la Generalitat Valenciana, en la capacidad de captación de recursos privados somos la peor posicionada entre las cinco universidades públicas de la Generalitat y nuestros indicadores son siete veces menores que los de la UPV. Los programas continuistas en transferencia, manteniendo a las mismas personas, no son una buena estrategia para solventar este problema. El programa de Pepe Cabezuelo representa un cambio sustancial en el fondo de la cuestión que arranca en su programa con la cita de Albert Einstein, si quieres resultados diferentes no hagas siempre lo mismo.
Conozco muy bien los servicios de la OTRI de mi Universidad y puedo decir que su calidad profesional es excelente, por lo que no creo que el problema este ahí. Es más bien un problema conceptual y de estrategia. La política en investigación de la UA de los últimos años ha centrado los esfuerzos en una dirección equivocada, olvidando que el eje central de la transferencia es el profesorado universitario. Pero para hacer transferencia, tenemos que querer transferir y contar con los recursos que le permitan conseguirlo, por lo que es necesario situar a la transferencia como estrategia transversal de innovación en la gobernanza universitaria.
Sin embargo, los contratos de transferencia con empresas son los que más trámites burocráticos tienen, se valoran menos en el currículo, no reducen horas de clase y se fiscaliza para evitar que nadie defraude o malgaste los recursos que el mismo profesorado ha conseguido. Por eso es tan necesaria una propuesta clara de simplificación y apoyo a la gestión de la innovación y la transferencia.
Por tanto, es el momento de elegir un liderazgo que ponga en valor el nivel curricular de la transferencia y centre todos sus esfuerzos en la dirección que apunta Pepe Cabezuelo, con una estrategia muy definida y con acciones concretas de apoyo a las investigadoras e investigadores para optimizar su transferencia, reduciendo al máximo los trámites y consolidando la administración electrónica en los procesos de gestión de las diferentes ayudas para I+D+i. El profesorado debe sentirse acompañado por la institución para la que trabaja, la UA. Porque al final la transferencia se consigue transfiriendo y todo lo demás es "postureo".