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Antonio Balibrea

EL MUNDO POR DE DENTRO

Antonio Balibrea

El espíritu de las Navidades

Angela Merkel, en el Parlamento alemán

Mi intención es felicitarles la Navidad. Sí, esta Navidad, la de 2020. Es que soy muy atrevido. Sin embargo, me lo estoy pensando porque seguro que hay alguno que me suelta aquello de “y tú más”, Como le pasó el otro día al presidente Pedro Sánchez en el Congreso cuando se encontró con la réplica de Pablo Casado, el líder de la oposición, recordándole el origen religioso de la celebración, por si Sánchez pretendía apropiarse la Navidad. Al fin y al cabo, Navidad es Natividad, o sea las fechas de conmemoración del nacimiento de Jesús de Nazaret, pero ya les digo no me atrevo. He pensado que mejor me sumo a la legión celestial y entono aquello de “paz en la tierra a los hombres de buena voluntad” (Lc. 2,14). Entre la legión uno puede camuflarse, aunque no sea precisamente un ángel, pero me gusta eso de paz en la tierra a los hombres de buena voluntad. Buena voluntad es lo que todo ser humano tiene o puede ofrecer al margen de sus circunstancias personales, y aunque estemos todavía en el 2020. Por si acaso algún Casado me dice que la traducción es “paz en la tierra a los hombres que ama el Señor”. Para puntilloso yo; habría que decir “... a los hombres y mujeres de buena voluntad”. Ahora saltarán los abascales contra el feminismo supremacista. Hay navidades pasadas y muy pasadas.

La verdad es que algunos parecen unos Scrooge sacados del espíritu de las navidades pasadas, y las presentes no se anuncian mejores. Sale el ministro Illa, o Fernando Simón, diciendo que las comunidades deben reforzar las medidas anti covid para evitar la temida y anunciada tercera ola; y a la presidenta de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, no lo puede evitar, le falta tiempo para posicionarse a la contra, o enfrente, como ustedes quieran. Teniendo Madrid una de las incidencias acumuladas (I.A.) más altas de toda España, y subiendo. Mientras los demás se piensan cómo restringir la movilidad y las reuniones sociales estos días de Navidad, la presidenta Ayuso ha dicho que no se plantea “arruinar a los comercios, ni cerrar la hostelería, ni afectar cada vez más a la economía”. En la dirección opuesta a la que siguen los países europeos y el resto de comunidades autónomas españolas. Angela Merkel llorando cuando daba cuenta del número de fallecidos diarios por la pandemia en su país. Eso le pasa porque Merkel no piensa en lo que la lideresa de la capital. No llora, pero tampoco se lo reprocha su líder, a Sánchez sí.

El gobierno del Poder Judicial ha acordado, por 16 votos frente a 5, dirigirse al Congreso- que, digo yo, debe seguir siendo la sede de la soberanía popular- para que recabe información al Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), o sea a ellos mismos, sobre la reforma con la que el PSOE y Podemos pretenden limitar los nombramientos que el CGPJ puede hacer mientras está en funciones. Desde hace dos años. Esto es el espíritu, y la soberanía popular, de las navidades antepasadas pidiendo cuentas y diciendo lo que tienen que hacer, a las navidades presentes sobre las navidades futuras. Esto más que la Canción de Navidad, parece la milonga de las navidades muy pasadas. La opinión del Consejo está clarísima: han seguido nombrando hasta esta semana magistrados de la Audiencia Nacional, provinciales y de los Tribunales Superiores regionales, como si tal cosa. El espíritu de las navidades futuras lo quieren procrastinar. No se asusten, eso solo quiere decir dejar aplazado. Un año más de los varios que lleva. La derecha, también la judicial, se pasan la vida procrastinando.

Menos mal que los Reyes Magos, o Papá Noel, nos van a dejar unas hermosas vacunas, que no es poco para el año que llevamos. Si no podemos celebrar como nos apetece la Navidad en estas fechas, las procrastinamos y las celebraremos coincidiendo con las fiestas de Pascua de Resurrección, y las Hogueras porque para entonces será oficial, digo yo, la inmunidad de rebaño, de grupo, nacional, o como quieran llamarle. Eso sí antes tenemos que pasar las elecciones catalanas de febrero. En las que todos los oradores parlamentarios piensan, aunque no lo confiesen.

¡Que tengan ustedes un feliz año 2021!. A poco que nos esmeremos será mejor que el que ahora termina y, sobre todo: ¡Paz en la tierra a las mujeres y hombres de buena voluntad!, que son legión.

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