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Juan Carlos Padilla Estrada

He tenido un sueño

El Rey Felipe VI

La tarde se transforma insensiblemente en noche invernal. Afuera hace frío, ese que, en Alicante, pese a todo, conocemos. Y en vez de leer uno de los magníficos libros que tengo en lista de espera, me entretengo repasando la nómina de dirigentes de nuestro país. Nota mental: Comentárselo a mi psiquiatra, Dr. Willy Vilaplana, para que me ajuste el tratamiento.

El panorama es desolador: La mayoría son hombres (o mujeres, perdonen ustedes) de partido: Han echado los dientes en su estructura, ascendiendo peldaños valiéndose no se sabe de qué méritos, más allá de la fidelidad a unas ideas, un líder o un logotipo. Algunos tienen estudios, no rebusquen ustedes mucho en sus orígenes no vaya a ser que se lleven un chasco: Carreras cursadas en tiempos récord, másteres dudosos, tesis sospechosamente iguales a otras ya publicadas… Eso me trae el recuerdo de una convocatoria de médicos de atención primaria en la comunidad valenciana en la que, casualmente, los primeros clasificados eran todos los directores de áreas de salud, puestos designados por los políticos de turno entre médicos afines. El escándalo fue sofocado por una frase digna de mármol, del conseller de turno: “Es que nosotros contratamos a los mejores”. Pues sí, señores, con ese regusto me fui a la cama.

Y la noche me trajo sueños… que como todos los sueños entremezclaron vivencias con ilusiones, utopías con realidades y ambiciones con… pero esta vez los dominaron definitivamente los deseos utópicos, un punto irrealizable…

...

El escenario era tan parco como siempre. Un salón del Palacio Real, con don Felipe en pie en un rincón y unas personas trajeadas alineadas a su lado.

- En el día de hoy toma posesión este gobierno, compuesto por personas sin identidad partidaria, procedente de la sociedad civil y, sobre todo, provisional. Porque todos los presentes estamos implicados en este proyecto con el único afán de volcar en la sociedad nuestra experiencia y conocimientos, adquiridos precisamente en la gestión de nuestras actividades en esa sociedad, a la que pretendemos devolver una parte de lo que nos entregó. Eso sí, majestad, para aceptar esta misión, todos hemos puesto unas condiciones que consideramos razonables: Aunque no hemos venido al mundo de la política a enriquecernos, creemos y exigimos que nuestra retribución sea acorde con nuestro nivel de responsabilidad: Por eso nos hemos puesto un salario anual de doscientos mil euros. Pero no crea el contribuyente que eso le va a resultar oneroso: Hemos renunciado a la pléyade de asesores que nos correspondían, porque realmente no los necesitamos y para esa función tenemos funcionarios muy cualificados. También renunciamos a los coches oficiales: todos tenemos vehículos lo suficientemente dignos. Y lo primero que promulgaremos será una ley para que estas medidas se propaguen al resto de las administraciones: salarios en función de la responsabilidad, fijados por ley, eliminación de asesores, vehículos y prebendas. Además, vamos a fundar la Escuela Nacional de Dirigentes, donde formaremos a jóvenes valiosos interesados en la gestión de lo público.

Y ahora van a jurar sus cargos los nuevos ministros:

Vicepresidente de Economía, don Juan Roig.

Ministro de Cultura, don Arturo Pérez Reverte.

Ministra de Industria y Comercio, doña Patricia Botín.

Ministra de Fomento, la arquitecta doña Belinda Tato.

Ministra de Justicia, don Manuel Marchena Gómez.

Ministro de Sanidad, don Rafael Matesanz.

Ministro de Deportes, don Rafael Nadal.

Ministro de Asuntos Exteriores, don Inocencio Arias.

Ministro de Defensa, don Florentino Pérez.

Ministra de Ciencia y Tecnología, doña María Blasco.

Ministra de Educación, doña Amparo Navarro.

-Gracias, majestad. Y yo, José Ignacio Goirigolzarri, como Presidente del Gobierno, solo puedo prometer una cosa a los españoles: Cuando les aseguremos algo, será cierto. Porque el primer objetivo de este gobierno es erradicar la mentira.

Despierto entre sudor y temblores. Y en mi cerebro se va gestando la idea del Dr. Vilaplana preparando la máquina de electroshock. 

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