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Antonio Sempere

Desafortunado guion

Gala de entrega de los Premios Forqué

Por muy bien que creas que está un guion, la realidad te lo puede mancillar en cualquier momento. Sucedió en un instante tremendo de la gala de los Premios Forqué, de esos que provocan vergüenza ajena. He aquí la cronología de los hechos. Llegó el momento de dar el premio al mejor actor de una serie, y éste fue a recaer en uno de los protagonistas de Antidisturbios, de Movistar, Hovik Keuchkerian. El actor armenio, con la mascarilla con los colores de su bandera, se puso solemne, pidió al público que se pusiese en pie en señal de respeto a todos los que habían perdido su vida durante la pandemia y guardaran un minuto de silencio, y la grada enmudeció.

La gala, que hasta esos momentos había resultado rarísima, incómoda, algo surrealista y en absoluto fluida ni cómoda, encontró en ese instante esa magia que le estaba faltando. Y todos los que estábamos en casa conectamos, ahora sí, con el Palacio de Congresos de Madrid.

Pero hete aquí que llegó el guion para fastidiarlo todo. Tocaba scketch. Y scketch del malo. La pareja de humoristas no tenía culpa de nada. Pero daba la impresión de que no sabían dónde meterse. Fue uno de los momentos más incómodos de la televisión reciente. En esos instantes hubiese venido al pelo un In memoriam, con las imágenes de todos los grandes del cine que se han ido este año, el último Gerardo Malla. Pero el guion jugó una muy mala pasada.

Hablando de situaciones surrealistas, incalificable fue la de la deportista Theresa Zabell, toda enjoyada, en plan Rastrillo de la Caridad, presentando el premio en la categoría de Mejor Documental, con El Drogas, Cartas mojadas y El año del descubrimiento de candidatos. ¡Si ella supiera de qué van…!

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