Información

Información

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Juan Carlos Padilla Estrada

Acerca de vacunas

Primera vacunación contra la COVID-19 en Ciudad de Panamá

Comencemos por el principio y aprovechemos bien el papel.

Soy médico, neumólogo para más señas. Y veo todos los días pacientes afectados por covid 19. Y, ahora que han llegado las vacunas, quiero hacerles llegar una breve serie de reflexiones que ratifique a la mayoría y aclare a los diletantes algunas de las dudas sembradas por la información circulante por las redes sociales.

En mi opinión, labrada en la medicina científica del siglo XXI ─sí, esa que ha duplicado la expectativa de vida, que mantiene a raya el VIH, que realiza miles de trasplantes de órganos cada año y que resuelve muchos tipos de cáncer como no podíamos imaginar hace solo quince años─, tenemos en nuestras manos una herramienta magnífica para derrotar al coronavirus y evitar que este moderno jinete de muerte se lleve a millones de humanos y arruine definitivamente nuestro estilo de vida.

Pero a la vez que las vacunas han surgido las reticencias: No son seguras, se han fabricado chapuceramente, sirven como instrumento de control y dominación por los gobiernos, va a ser peor el remedio que la enfermedad, son el equivalente al chip que les insertamos a nuestras mascotas…

Les voy a dar algunas razones para vacunarse, amigos míos. Y voy a intentar despejar todas esas dudas:

Debemos vacunarnos porque la infección por COVID-19 es extremadamente contagiosa y aunque su letalidad no se puede considerar elevada, ya que está entre el 1 y el 2 %, afecta intensamente a personas con factores de riesgo. Y esto es especialmente grave en pacientes mayores, en los que la mortalidad puede llegar hasta el 55 %.

Lo debemos hacer porque es una enfermedad que de momento no tiene tratamiento específico, más allá que las medidas de prevención y ciertos medicamentos que minimizan las consecuencias de la viriasis sobre algunos órganos del cuerpo.

Y porque, en un alarde sin precedentes en la historia de la humanidad, hemos conseguido en un plazo de meses sintetizar varios fármacos que se han mostrado eficaces y seguros para la prevención de la enfermedad: las vacunas.

En estos momentos hay tres vacunas aceptadas por las autoridades sanitarias, que han superado todas las etapas de desarrollo preclínico con exhaustivos análisis y estudios supervisados. En test realizados sobre más de 40.000 personas no se han encontrado efectos adversos significativos, más allá de mínimo enrojecimiento en el lugar de la inyección y leve afectación del estado general.

Las sospechas de prisas y premuras en su desarrollo se pueden descartar si consideramos la ingente cantidad de talento humano, recursos económicos e interés administrativo que habido en su desarrollo. Nunca en la historia de la humanidad unos medicamentos han sido tan deseados y tan perseguidos. Y probablemente tampoco ninguno haya estado tan testado, de manera que podemos asegurar a día de hoy que son absolutamente seguros.

Las vacunas introducen en el cuerpo humano un pequeño fragmento de RNA, una molécula que induce a nuestro organismo a formar parte del virus COVID, para que se genere en nuestras células inmunitarias un mecanismo defensivo similar al que produciría la infección activa. Se trata de un procedimiento bien establecido, conocido desde hace más de una década y utilizado en otras vacunas previas.

Y si analizamos todos los estudios publicados, que son muchos y bien diseñados, encontraremos que su eficacia es muy elevada, en torno al 95 %, y sus riesgos muy reducidos, no habiéndose encontrado reacciones adversas graves en una población de decenas de miles de pacientes.

Desde el punto de vista social es imprescindible que consigamos la llamada inmunidad de rebaño, algo que solo alcanzaremos con tasas de inmunidad de la población superiores al 70 %, lo que se puede conseguir de dos maneras: Padeciendo de manera general la enfermedad, con un correlato de muertes insoportable, o vacunándonos la mayor parte de la Humanidad.

Es por tanto, responsabilidad de todos el adquirir esa inmunidad que ya está disponible. Sería un verdadero disparate despreciar este logro de la medicina del siglo XXI y dejar que el virus siguiera avanzando, cobrándose vidas y destruyendo el estilo de vida que tanto nos ha costado conseguir.

Pero lo que les quería comentar inicialmente era otra cosa: ¡Cómo nos iguala la necesidad y el miedo! Porque hemos asistido a un nuevo espectáculo de “Tonto el último”. Algunos alcaldes, concejales y prebostes varios –no todos, desde luego, solo algún caso “pata negra”─ han aprovechado una cierta confusión para clavarse ─nunca mejor dicho─ la famosa vacuna, mucho antes de lo que les correspondería. Y aquí no hay colores ni partidos, ocurre como sucedió con las famosas tarjetas black de Caja Madrid: el que puede se beneficia. Y luego que salga el sol por San Vicente… ya veremos cómo lo explicamos, que el populacho tiene amplias tragaderas. ¿Que el personal sanitario de los centros privados aún no han visto las vacunas ni de lejos? ¿Que el sistema va más lento que el cerebro de Trump?

Eso es irrelevante: lo que cuenta es que el señor alcalde esté vacunado.

¡Ea! ¡Que esto es España!

Lo último en INF+

Compartir el artículo

stats