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Marc Llorente

¡Levántate y danza!

La joven compañía valenciana Leamok, fundada en 2019, establece un paralelismo entre la universal historia y la ubicación en nuestra época

Fachada del teatro Arniches en una foto de archivo. ANTONIO AMOROS

Lázaro

TEATRE ARNICHES DE ALICANTE 

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Dramaturgia, dirección e interpretación: Roberto Hoyo

Compañía: Leamok

Las libres adaptaciones son una socorrida herramienta que ofrece la posibilidad de tener un sólido asiento como apoyo a la creación. Se recurre a los clásicos de la literatura o del teatro para reinterpretar, y todo vale si la respuesta es óptima. ¿Cuántas versiones se han hecho de «El Lazarillo de Tormes» (1554)? En esta ocasión se trata de un reclamo que intenta dar más empaque a este juvenil espectáculo que se asienta en la cultura urbana del hiphop, el movimiento reivindicativo contra las penurias que surgió en Nueva York, con afroamericanos y puertorriqueños, durante los 70. Un estilo de vida y un carácter musical. La joven compañía valenciana Leamok, fundada en 2019, establece un paralelismo entre la universal historia y la ubicación en nuestra época. La tradición popular y narradora es la base de «Lázaro». La dramaturgia, dirección e interpretación del versátil Roberto Hoyo, actor y rapero, y la producción musical en vivo de Marco Ferreira componen la premiada propuesta por su «capacidad innovadora». Ahora bien, la investigación teatral y la mezcla del sabor clásico y de hoy no alcanzan las mejores cotas. Bajo el influjo del costumbrista relato, aventuras y desventuras a través de la fraseología coloquial, del rap y de los pasos esenciales de «break dance». La narración fue precursora de la novela picaresca y parodia de las narraciones caballerescas, y cuestiona los vicios de una sociedad con un vagabundo pícaro y sus tragicómicas adversidades, sirviendo a varios amos para sobrevivir y donde cada sujeto busca su interés. Aquí un viejo borracho, las drogas y la violencia impregnan las escenas con abusos policiales a imagen y semejanza de un partido de fútbol. ¿Hay una salida? Existen cambios de personajes y voces con cierta ironía. Como subgénero del rap, el trap usa una métrica más simple. El intérprete estimula la complicidad del público, pese a la insuficiente sustancia, y se aproxima a la idea humanista y desencantada del anónimo texto. Lázaro deja de tener amos para ser «el punto amo» en el Arniches de Alicante.  

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