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José Manuel Ponte

La puerta de la traición

Cs Murcia asegura que la moción de censura sigue adelante y expulsa a los tres diputados disidentes

Tres concejales de Ciudadanos se pasan al Partido Popular en Murcia y con esa maniobra desactivan la moción de censura que iba a permitir la sustitución del actual presidente de la comunidad autónoma, Fernando López Miras, por la coordinadora autonómica de Ciudadanos, Ana Martínez Vidal, como nueva presidenta, y por el secretario general del PSOE, Diego Conesa, como vicepresidente. Con ese movimiento se iniciaba el giro estratégico del partido liderado a nivel nacional Inés Arrimadas que pasaba de apoyar preferentemente al PP a hacer lo mismo con el PSOE dando la oportunidad al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, de ir soltando amarras con Unidas Podemos. Y a su vez a la presidenta autonómica de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, de convocar elecciones prescindiendo del apoyo de Ciudadanos, con el que había pactado un gobierno de coalición hasta el fin de la legislatura. Con lo que no contaban los implicados en el baile es que el cambio de parejas no saliese como estaba previsto. Para sorpresa general, la vicepresidenta del Gobierno autónomo murciano, Isabel Franco, que había firmado la moción de censura, se volvió atrás de su decisión y junto con otros dos diputados de Ciudadanos se pasó con armas y bagajes al PP. El precio a cobrar por ese favor (casi nadie se cree que el drástico cambio de rumbo se pueda atribuir a un planteamiento mínimamente ético) no está a la vista, pero de momento representa la confirmación en la Vicepresidencia de la señora Franco y dos nuevas consejerías para sus compañeros de viaje, que verán retocadas al alza sus respectivas nóminas. Lo que sí parece evidente es que el PP ha hecho saltar en pedazos el pacto antitransfuguismo que firmó junto con el PSOE en 1998 y ratificó en 2020, en una operación que ahora se descubre como meramente propagandística o de blanqueo de malas prácticas. Estos días, hemos vuelto a oír en los medios calificativos tales como “tránsfugas”, “tamayazo” y “traidores” para aludir a la conducta de algunos de los políticos que protagonizan este nuevo episodio de lo que genéricamente llamamos corrupción. Tránsfuga es un término de una gran plasticidad que en una primera acepción resume perfectamente la acción de robar y huir a toda prisa con lo robado, Y en una segunda, alude al político que comercia con su escaño vendiéndolo al mejor postor. “Tamayazo” deriva del apellido (Tamayo) de uno de los dos diputados socialistas que con su cambio de voto abrieron la puerta al PP para mangonear a su antojo los negocios en la capital del Estado. “Traidor”, en cambio, es una palabra de larga tradición que ilustró conocidos episodios históricos. Judas y Pedro fueron traidores a Jesucristo, aunque este ya lo sabía de antemano gracias a sus superpoderes; Julio César murió apuñalado, entre otros, por su hijastro Bruto en la escalinata del Capitolio romano; y el rey de León Sancho I fue atraído a la muerte por Bellido Dolfos durante el cerco de Zamora. En el año 2009, el ayuntamiento de esa ciudad castellana ordenó el cambio en el callejero de la conocida como “puerta de la traición” por el de “puerta de la lealtad”. Hay muchas formas de contar la Historia.

PD. Terminado de escribir este artículo llega lo que Evelyn Waugh llamaria “noticia bomba” con el abandono del Gobierno por Pablo Iglesias para presentarse a las elecciones autonómicas de Madrid como candidato a la Presidencia por Unidas Podemos. Y todo eso sin avisar antes a Pedro Sánchez. Afirma que su objetivo principal es frenar a la extrema derecha. Nadie le puede negar sentido del espectáculo en una situación tan agitada como la que padecemos.

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