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Fernando Ull

El ojo crítico

Fernando Ull Barbat

Antes de que sea tarde

El presidente de Vox, Santiago Abascal Isabel Infantes

Después de la Segunda Guerra Mundial, y una vez que se conoció la existencia de los campos de exterminio del régimen alemán nazi, los europeos se preguntaron, durante décadas, cómo podía haber ocurrido semejante horror. Alemania tenía un pasado de excelencia en cuanto a cultura, educación y ciencia se refiere. Era el país al que los universitarios españoles que podían se iban para estudiar, ampliar sus conocimientos o para hacer el doctorado, como fue el caso del eminente médico fisiólogo Juan Negrín o del escritor Francisco Ayala. Aunque después de la guerra los alemanes que habían apoyado al régimen nazi trataron de escudarse con el argumento de que no se conocían las intenciones del partido nazi cuando votaron a Hitler, judíos supervivientes lo negaron: si algo tuvo el partido nazi, dijeron, es claridad y transparencia en sus intenciones. Se sabía muy bien lo que pensaban hacer.

En la trayectoria del partido ultraderechista VOX se observa una evolución que recuerda a lo sucedido en la Alemania de los años 30. Este estado de crispación en el que nos encontramos comenzó en el año 2004 con los atentados del 11M. Surgieron los conspiranoicos, que se autodenominaron los peones negros (antecedente de VOX), que aseguraron que este atentado había sido obra de una conspiración en la que intervinieron el Servicio Secreto de Marruecos, el PSOE y una parte de la policía leal a Alfredo Pérez Rubalcaba, que había sido ministro de Interior, para conseguir que el Partido Popular perdiera las elecciones. Esta lunática teoría fue apoyada indirectamente por el Partido Popular y algunos medios de comunicación que apelaban a la frase de “aún queda mucho por saber” a la menor ocasión como una forma de echar sombras sobre la legitimidad del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero y a pesar de que la Audiencia Nacional explicó, en su sentencia sobre el 11M, y de manera pormenorizada, todos y cada uno de los elementos que urdieron este terrible atentado. Con la llegada al Gobierno de España de la coalición PSOE y Unidas Podemos, gracias al apoyo de la casi totalidad de fuerzas parlamentarias a las que sólo unía el deseo de terminar con la ciénaga de corrupción que supuso el Partido Popular, la derecha española y la ultraderecha propagaron la idea de que el actual Gobierno era ilegítimo por estar apoyado, o eso siguen diciendo, por etarras y comunistas. A partir de ahí comenzó un proceso de desestabilización de la democracia española sin importar sus consecuencias ya que la idea era conseguir que los españoles pensaran que ya que el Gobierno es ilegítimo es aceptable tomar cualquier medida (incluido un golpe de Estado, como se ha podido leer en chats privados de militares con alta graduación en la reserva) si con ello se logra apartar de la Moncloa a este Gobierno chavista-comunista-filoetarra.

Hace unos meses VOX decidió dar un paso más. Comenzó a llevar a cabo, a base de insultos y mentiras, un proceso de deshumanización de los dos principales responsables de que la izquierda gobierne en España: Pedro Sánchez y Pablo Iglesias. Tanto el PP como la ultraderecha VOX nunca se refieren a ellos por sus nombres. Al presidente de España lo llaman doctor fraude, traidor, sociópata o presidente fake. A Iglesias lo llaman rata, moños, el chepas, coletas o vago redomado. No se critica sus acciones u omisiones que es la razón de ser de la política. Con ello, como dije antes, se pretende que los ciudadanos vean a estos dos dirigentes como subhumanos (término nazi) a los que se puede insultar y en su caso amenazar o agredir sin que ello pueda suponer un reproche moral. Las declaraciones de la ultraderechista Rocío Monasterio negando la veracidad del sobre con balas enviado al ex vicepresidente se dirigen a ahondar en la idea de que Pablo Iglesias no merece ninguna consideración como ser humano. Todo ello nos recuerda a la estrategia empleada por los nazis en los años inmediatos a la Segunda Guerra Mundial cuando presentaban a los judíos como pertenecientes a una raza inferior e inservible y a los disidentes políticos como traidores al pueblo alemán y a la patria

Especialmente lamentable ha sido la noticia de que Fernando Savater va a votar a Isabel Díaz Ayuso en las próximas elecciones madrileñas para evitar, según él, un gobierno bolivariano, intervencionista y comunista. Más allá de que se pueda interpretar como una boutade de alguien que no acepta ser arrinconado en un país donde la cultura, gracias al Partido Popular, está mal vista, que alguien con el pasado de Savater apoye a una política vacía de ideas y de contenido como Díaz Ayuso, que se dedica a repetir eslóganes del tipo “vivir a la madrileña”, en vez de a un catedrático de Metafísica certifica el desastre cultural e intelectual en el que anda inmersa la Comunidad de Madrid.

El deber de cualquier demócrata español es alzar la voz contra el neo fascismo que comienza a expandirse por España, un fascismo que mira con nostalgia la dictadura franquista.

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