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Fernando Ramón

Autovía saturada

Controles y retenciones de tráfico

Hay carencias en las infraestructuras provinciales que parecen eternizarse en los despachos, aunque, con el paso de los años, o, en algunos casos, de las décadas, se acometan y se resuelvan. Ejemplos de ambas situaciones los tenemos recientes.

El ministro Ábalos aterrizó hace unos días en la provincia para contemplar la fase final del desdoblamiento de los accesos al aeropuerto. Una reivindicación histórica ultimada que deja paso al resto de peticiones que la acompañaban en la mochila de las necesidades urgentes. Uno de los enlaces con la remozada N-338 es, precisamente, la autovía de Alicante a Murcia, calzada sobre la que recae uno de los mayores aforos de tráfico en la provincia, hasta el extremo de necesitar de forma imperiosa un tercer carril en cada uno de los dos sentidos que permita descongestionar la saturación circulatoria. El volumen de vehículos que acoge la vía es de tal calibre que el número de siniestros que se producen no deja de ratificar la probabilidad estadística de esos accidentes.

Colisiones que, víctimas al margen, colapsan la circulación, con kilométricas retenciones para desesperación de los conductores que tienen tasado el tiempo, pero que no cuentan con estos percances, que, tras la supresión de las restricciones de la movilidad provocadas por la pandemia, se vuelven a reproducir como antes de irrumpir el coronavirus. Esta vuelta a la «normalidad» nos conduce a desempolvar la necesidad de una urgente e imperiosa inversión del Ministerio de Fomento que atienda la unánime petición de convertir esta autovía en un eje seguro, ágil y que mejore la interconexión de una provincia que lleva ya reclamando desde hace años un proyecto que debería haberse convertido en realidad.

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