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Justo Gil Sanchez

La contradicción en el eje vital

Don Tancredo o la suerte de don Tancredo, lance taurino cuya práctica parece que inició el torero valenciano Tancredo López en las postrimerías del siglo XIX INFORMACIÓN

El ser humano es contradictorio por naturaleza. Es ocioso preconizar con los ejemplos. En momento determinado de su iter vital vomita ideas que, con el paso del tempo, llegan a ser incompatibles. Podríamos decir que muta. No es un improperio. Alguien dirá que el contexto y la circunstancia, comparativamente hablando, eran “diferentes”; otros le añadirán –forzadamente, claro- que “muy diferentes”. Es la expresión latina mutatis mutandis, o cambiando lo que haya que cambiar, comparando las cosas, las situaciones o las personas. Expresión que se utiliza con fruición en el mundo del Derecho y de la Economia.

Que lo contradictorio convive con nosotros es un axioma. La fauna social está impregnada de contradicciones. En la acción política cotidiana lo vemos, absortos, con relativa facilidad. Se dice una cosa y al cabo de un tiempo se afirma lo opuesto. Ya más en serio. Eso crea ciertamente un climax de desconfianza, porque en la acción política – donde se deciden tus temas vitales (trabajo, educación, tu salud, tu bienestar, etcétera)- se valora la capacidad, la decisión y la seguridad en lo que se dice y en lo que se hace, acto seguido. Es algo así como la simbiosis de la acción-reacción. Es como un “quiero ver lo que dices y ausculto/ escruto lo que seguidamente haces”. Pero, en fin, qué le vamos a hacer. Es lo que nos ha tocado vivir.

El que no se consuela es porque no quiere. Deviene del camarero aquél que llevaba en lo alto una bandeja con licores, con la mala fortuna que tropezó y derramó aquél sobre la espalda del cliente, contestando éste, raudo: “Menos mal que aran Martinis secos”. Vuelvo. ¿Por qué? -dirán, extrañados. Porque el mundo es, de una u otra forma, según su visual perspectiva. En consecuencia, el mundo es bueno siempre que se mire en conjunto y no se repare en excesivos detalles, como señalara Vicky Baun, escritora austriaca, autora de Gran Hotel, en periodo de entreguerras. ¡Ay, los detalles! Los detalles, contradictoriamente, son, ahora, lo esencial, y el contenido ya le situamos en lo complementario o accesorio. Hete aquí otra contradicción. Una mas.

Decía que no iba a insertar ningún ejemplo. Pero me resisto. Siempre en el altillo político. Casado dice que quien cumple la Constitución es él –por la renovación de los órganos constitucionales y, en particular, del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ)- y quien no la cumple es Sánchez. Que mientras no se cambie la norma (proceso de elección de vocales), no se sentará a dialogar. Mientras tanto, la legislación vigente no la cumple y las instituciones se van carcomiendo. No importa. No dejar de ser contradictorio. Lo que se debe hacer es, primero, se cumpla la norma vigente, y después, luche por cambiarla. Son las reglas de juego constitucionales. Lo que no se puede hacer es lo de don Tancredo, al parecer torero valenciano (Tancredo López) que, para ganarse la vida, cuando salía el toro de chiqueros, permanecía quedo, sin mover un músculo, casi sin respirar. Las cogidas eran reiteradas, fruto de su hieratismo. Eso puede pasar.

Don Tancredo o la suerte de don Tancredo, lance taurino cuya práctica parece que inició el torero valenciano Tancredo López en las postrimerías del siglo XIX INFORMACIÓN

La razón es obvia: todos estamos obligados a respetar la Constitución y el resto del ordenamiento jurídico, incluidos los partidos políticos y sus grupos parlamentarios. Déjense de mirar al tendido electoral, pues no es época ni momento. Hay otras prioridades. Y no hace falta ser ningún lince para adverar esta realidad.

No podemos convertir la acción política es un teatrillo de la contradicción. Digo una cosa, pero hago otra distinta. Ni la ciudadania lo aguanta, ni el país lo resiste.

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