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Ruiz Devesa es Vicepresidente de la organización Unión de los Federalistas Europeos.

El pasado 16 de septiembre nos reunimos unos cuantos miembros de la asociación Federalistas de Aragón. Por las razones que no creo necesario citar hacía ya un buen tiempo que no nos juntábamos. Y, entre otras cosas, tratamos de las posibles actividades para el curso entrante.

Es recurrente entre nosotros apelar a la necesidad de dar a conocer a la opinión pública las bondades de esta fórmula política para España. Hasta ahí es fácil. Lo complicado viene después ya que no existe una doctrina exacta, concreta, que pueda ser asumida por diferentes partidos políticos para llevarla a la práctica. El federalismo es diferente en todos los países que se definen como tales. Por poner un ejemplo, algo extremo pero espero que válido, los EEUU y Argentina son dos estados federales.

Una primera idea que puede ayudarme a explicar lo que pretendo es que en su seno la idea federal contiene grandes contradicciones. Voy con una de ellas: la utopía y la realidad. Los españoles que nos definimos como federalistas somos utópicos pues sabemos que no veremos nuestro sueño hecho realidad, por lo que nos dedicamos a soñar que es gratis. Pero, en contraposición, solemos afirmar que España ya es, en cierto sentido, un Estado federal. ¿En qué quedamos? Pues en las dos cosas, sueño y realidad.

El modelo autonómico ya es federal, no del todo, pero sí bastante, por lo que, a lo mejor, nuestro sueño no es tan utópico ya que se trataría de mejorarlo. Tenemos un punto de partida, las CCAA actuales, y una meta, convertirlas en Estados miembros de un Estado federal. Dejemos los sueños y vayamos a la realidad. El federalismo en España tiene muy mala prensa y la razón es que en la enseñanza que hemos recibido se nos han contado estas cosas poco y mal. Sabemos que ha habido dos periodos históricos a los que se ha atribuido el mal calificativo de «desastres federales», las dos repúblicas. Se juntan en esas enseñanzas, por tanto, dos ideas para algunos negativas en esos dos periodos (1873-1874 y 1931-1936), la del federalismo y la del republicanismo. La Primera República española llegó de forma pacífica, por una decisión del parlamento. Había en esos momentos un cierto movimiento republicano federal que le colocó a la república ese apellido sin ser correcto. Aquella república nunca fue federal.

En sus once meses de vida tuvo cuatro presidentes y no llegó a aprobar ninguna constitución. Sus muchos males no tuvieron nada que ver con el federalismo y su dirigente más reconocido, Francesc Pi i Margall, no se atrevió a llevar a votación el proyecto de constitución que sí era claramente federal. Su agitada vida y su fin no tuvieron nada que ver con el federalismo.

Ni con ser una república. El 14 de abril de 1931 nació la Segunda República española, también de forma pacífica, tras unas elecciones para renovar a los concejales de los ayuntamientos y que derivó en una especie de plebiscito, rey sí o no. En este caso sí se aprobó una constitución, de 9 de diciembre de 1931, que en ningún caso definió a España como un Estado federal. Sí que acabó con el sacrosanto principio de la unidad y centralismo anterior al crear el llamado «estado integral», lo que hoy definiríamos como autonómico. Esta descentralización política y administrativa llevó a los enemigos de la república a hablar de la desmembración de España. La idea de la patria rota fue uno de los argumentos más utilizados por los militares rebeldes que se sublevaron contra el gobierno legítimo el 18 de julio de 1936.

Según repitieron hasta la saciedad ellos pretendían una España unida. El franquismo, vencedor en la guerra civil (1936-1939), mantuvo ese mantra durante cuarenta años y el federalismo es, para quienes así piensan, lo contrario a la unidad.

Conozco a algunas personas conservadoras favorables a la federalización de España pero en un 99% de quienes votan a la derecha hay un claro rechazo a esta idea. República, Estado federal, cosas de la izquierda. Ya sé que es una opinión mía pero no creo que vaya muy descaminado. ¿Qué hacer? Pues lo dicho más arriba, soñar con la utopía y luchar para mejorar el actual Estado de comunidades autónomas, no creo que podamos aspirar a más.

Llegados aquí y consciente del espacio que tiene un artículo como este, vayamos con alguna idea positiva y asumible por casi todos. El concepto de federación es equivalente a unión. Federarse es juntarse. Olviden, por tanto, esos prejuicios del pasado y piensen que el principio federal, que tendríamos que votar, claro, equivale a que todos, ciudadanos y entes territoriales, voten y aprueben esa unión. Ese sería el gran cambio que una constitución federal introduciría en nuestro ordenamiento jurídico.

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