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Antonio Ortuño

"Los dineros, como los cojones, son para las ocasiones”

Día internacional de las personas con discapacidad

He de reconocer que mi amistad con María me ha permitido descubrir un mundo que antes pasaba desapercibido por completo para mí. María entro en mi vida, ya hace un buen puñado de años, casi sin pretenderlo. Era y es la hermana del amigo de mi hermana. Fue cuando supe que tenía una niña pequeña con una gran discapacidad y que hoy ya es mayor de edad. De la mano de María y de Belén, que así se llama su hija, he descubierto el mundo de la discapacidad. Antes, aunque este estuviese cercano, pasaba totalmente inadvertido para mi conciencia. María y yo hablamos muy a menudo y creía que mi capacidad de sorpresa ante los problemas habituales de su nena ya estaba colmada… hasta el otro día.

La mamá de Belén me cuenta por teléfono, que está “voluntariamente” confinada con su hija, que en vísperas de este reciente puente de la constitución dio positivo en coronavirus. Me explica que el otro día recibió una llamada a su trabajo, que su niña iba en una ambulancia dirección al hospital ya que en el centro donde se encuentra la nena temen que tenga el covid. Sigue su monologo contándome que se sorprendió con la tranquilidad que se tomó la noticia, ya son cuatro veces desde que empezó está maldita pandemia que su hija, de gran riesgo, visita el hospital. Esperaba que como al igual que las otras veces, solo fuese un susto, un resfriado mal curado y pronto estarían en casa. María, extrañamente tranquila, creo que su capacidad de sorprenderse está ya saturada, me sigue narrando que, tras ocho horas en un box de urgencias, la doctora le comunica que esta vez sí, su hija ha dado positivo con la prueba del COVID-19.

La doctora, que ya se había disculpado un par de veces por la tardanza de los resultados consecuencia de la masificación del servicio, le indica que, al estar vacunada la niña, no debería ser más que un fuerte proceso gripal; pero que la nena debía estar confinada 10 días y que ella, como contacto directo, debía hacerse inmediatamente una PCR y que seguramente, a los diez días del confinamiento debería añadirle otros diez porque ella tenía todos los papeles para contagiarse. María, ahora sí indignada, me aclaraba que, a su preocupación por la salud de su hija, tiene que añadir la de cómo podrá justificar en su trabajo, en el peor de los casos, los veinte días que auguraba la doctora y en el mejor los días que tiene que quedarse en casa para cuidar de su hija dependiente. Todo porque cuando al salir del hospital, lo primero que hizo fue llamar a su Centro de Salud de referencia y le cuentan que las pruebas, que solo se hacen durante un par de horas por la mañana, únicamente se le realizan a los citados. Tiene que ir al médico de cabecera o esperar a que un rastreador la llame para ponerla en lista. Consecuencia, a María no le hacen la prueba hasta pasado el puente, justo el mismo día que tendría que incorporarse al trabajo. Lo último que me comentó antes de despedirnos fue que incluso el personal sanitario le dijo que se incorporase al trabajo sin saber el resultado de la prueba, así que acabo diciéndome que: ¡ojalá diese positivo en coronavirus!, sería la única manera de seguir cuidando de su hija y poder faltar al trabajo con la cabeza bien alta, con dignidad y sin recelos de sus superiores.

Sr Puig, como Presidente de toda una Generalitat Valenciana, a ver cuándo logrará entender que el día a día de una familia con un descendiente discapacitado son la cara y la cruz de una misma moneda, la unidad familiar. Cuando usted u otra familia “normal” se va al trabajo, estando uno de sus hijos con una gripe, puede llamarle por teléfono, saber cómo se encuentra, darle unas indicaciones o volver a casa si la situación empeora. María no puede hablar con su hija por la sencilla razón de que jamás le cogerá el teléfono. No creo que piense que, con la ley de la dependencia, aprobada un catorce de diciembre de hace ya 15 años ya han cumplido con este colectivo. Básicamente esta Ley se reduce a un ingreso mensuales de entre 100 y 350 euros dependiendo del grado de discapacidad y que, aunque solo sea para recordar que la dependencia existe en el momento de elaborar presupuestos, bienvenida sea. Pero a los padres dependientes de sus descendientes deben de tener otro tipo de facilidades sociales y laborales, deben de tener más facilidades para “desaparecer” de su trabajo, menos trabas burocráticas y no soportar coacciones veladas de despedirte y como mal menor, que te amenacen con el descuento en el sueldo de los días que tienes que hacerle frente a una situación de enfermedad de su retoño. Necesitan quitarse preocupaciones, bastantes son las que tienen.

No puedo apartar de mi pensamiento que el viernes, mientras María y su hija estaban confinadas, la pequeña con COVID y ella sin PCR, se celebraba el Día Internacional de las Personas con Discapacidad con el objetivo de promover los derechos y el bienestar de las personas con discapacidad. El lema de este año rezaba: “Liderazgo y participación de las personas con discapacidad en la construcción de un mundo postcovid inclusivo, accesible y sostenible”; mientras María pensaba en cómo justificar en el trabajo ese mismo viernes ya que no le quisieron hacer la PCR. Casi nada. Suele ocurrir. Esos días internacionales que visibilizan alguna problemática casi siempre social, a todos se nos llena el corazón y la razón de buenas intenciones, que al día siguiente se nos han olvidado ya que celebramos otro día internacional de … poco importa. Pero a ustedes los políticos, a ustedes los responsables de política no se pueden olvidar de sus promesas vertidas esos días, promesas incumplidas que se convierten en mentiras y que al siguiente año nos volverán a mentir sin reparo alguno.

Me consta que María no ha salido a la calle durante este largo puente y habrá compartido café ojeando la versión digital del diario INFORMACIÓN con noticias como “La provincia de Alicante se enfrenta a la sexta ola del virus con un déficit de un millar de sanitarios, coincidiendo además con el despido de 129 refuerzos del covid, la mayoría rastreadores”. Al día siguiente otro café y otro titular: “El repunte de virus respiratorios satura los centros de salud de la provincia de alicante con demoras de hasta 20 días”. Y hoy, ultimo día del puente, café y noticia “Los contagios llegan al máximo desde finales de agosto con 1050 casos en tres días”.

Señor Ximo Piug, ¿sabe lo que dice la abuela de Belén y sus compañeras y compañeros de generación? Y por favor, perdone el lenguaje machista de nuestros viejos y ancianos, ya sabe en qué ambiente se educaron. Ellos, cargados de razones, echan mano al refranero para recordarnos que, “Los dineros, como los cojones, son para las ocasiones”. No me venga ahora contándome los problemas de la financiación de la Comunidad. Hay muchas, muchas acciones en las que solo se necesitan ganas y un poco de voluntad.

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