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Marc Llorente

El lobo del conservadurismo feroz

Pedro Sánchez y Yolanda Díaz, en el Congreso.

Cada vez que alguien mueve ficha en la dirección de avanzar razonablemente, de soltar viejos lastres y establecer serenas discusiones que puedan conducir a mejorar los problemas, sale el lobo que algunos llevan dentro y montan un irracional espectáculo con fines partidistas. En qué país vivimos por culpa de los cerriles comportamientos de ciertos sectores de la política, la economía, los medios de comunicación y la sociedad. Ese histórico conservadurismo, feroz y a ultranza, no parece que tenga arreglo nunca. Ahora campea todos los días en esta batalla en busca de electores para aniquilar al enemigo, no simplemente al adversario. Cualquier pretexto vale.

El lodazal prospera en claro perjuicio de la coherencia y la ética necesarias. El desconocimiento deliberado o no de quienes deberían actuar de otra forma nos lleva por una hoja de ruta de la peor especie. Tergiversan, mienten, se contradicen y enseñan las fauces a ver qué pillan. Un día pusieron el énfasis en los impactos negativos de las macrogranjas, con su desleal competencia, y hoy acusan a Alberto Garzón de atacar a los ganaderos y piden la dimisión habitual en estos casos.

Lo que dice el ministro de Consumo, en defensa de los derechos de los consumidores, está totalmente de acuerdo con la Comisión Europea. La agenda comunitaria va por el camino de la revolución verde y la sostenibilidad medioambiental, defendiendo un modelo de consumo y de producción de alimentos más salubres, o la mejora del bienestar de los animales, aunque estos lleguen al plato de una mayoría incapaz de reducir la carne roja, hecho que redundaría en beneficio de la salud y del planeta, según la evidencia científica. A propósito, las nuevas normas reconocen a los animales como seres vivos dotados de sensibilidad. Mucho se ha tardado en reconocer legalmente lo que son. ¿Y los cerdos que se fabrican a destajo?

La ganadería intensiva ha multiplicado la producción, y España incumple la normativa europea sobre polución del aire y del agua proveniente de los desechos. Más aún. Bruselas ha llevado a nuestro país ante el Tribunal de Justicia de la UE al no frenar la contaminación atmosférica y de acuíferos provocada por la ganadería y la agricultura industriales. Una reducción vital en la lucha contra el cambio climático. El Ministerio de Transición Ecológica y los socialistas lo saben, pero dan la espalda a Garzón y se unen a la oposición más recalcitrante en un ridículo intento de no perder votos. El PSOE, PP, Vox y Cs se dieron la mano para frenar en el Congreso una iniciativa de Unidas Podemos que pretendía prohibir las macrogranjas en zonas vulnerables. Lo que tiene que hacer Pedro Sánchez es poner a España dentro de esa legalidad ambiental.

No se trata de cuestionar al sector ganadero, el cual lanza su ofensiva contra este ministro que habla de apoyar a una ganadería extensible y sostenible en función de las estrategias a nivel nacional y europeo. El nuevo ministro de Agricultura alemán, Cem Özdemir, había dicho ya prácticamente lo mismo que Garzón. ¿Dónde está el pecado entonces? Más bien reside en otros. Los eurodiputados del PSOE, en favor del Pacto Verde Europeo, expresaron su preocupación por las macrogranjas, una fuente de explotación animal y de inferior calidad, entre otros detalles descritos. Un modelo lleno de abusos y la contradictoria actitud de los socialistas en su seno y en el Gobierno de coalición, que lo pusieron en marcha a regañadientes.

Esto y otras cuestiones demuestran la necesidad de que Yolanda Díaz continúe con la divulgación de su propia marca, de su favorable perfil y de la amplitud de un unificador proyecto de corte progresista. Debe irse más allá del simple optimismo y circular este año hacia el rumbo de una consolidación. Ello frente a una derecha que utiliza la libertad para embadurnarla y deteriorar más a la maltratada democracia con el lobo de su conservadurismo feroz. La transversalidad puede ser buena. Pero a veces, como hace el PSOE, no es muy fiable nadar entre dos aguas.      

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